Por primera vez se celebran en el distrito santafesino el próximo domingo los comicios abiertos, simultáneos y obligatorios.
Los votantes santafesinos elegirán este fin de semana los candidatos de cada partido para las generales del 2 septiembre. Pero en rigor de verdad, la incógnita estará tan sólo en el Frente para la Victoria.
Es que el partido del Gobierno nacional tendrá que elegir su candidato entre dos diputados nacionales, Rafael Bielsa y Agustín Rossi.
En cambio, en el Frente Progresista Cívico y Social está decidido que el candidato sea el socialista Hermes Binner, quedando la expectativa librada al caudal de votos que pueda conseguir.
Otras fuerzas que concurrirán sin rivales a la interna son las que encabezan Alicia Tate, de la Unión Cívica Radical y el espacio por fuera del justicialismo que lidera la senadora Roxana Latorre.
Donde sí habrá compulsa interna será en la definición de los candidatos a intendente de Santa Fe, ya que en el Frente Progresista las alternativas son la socialista Marta Fassino, el rector de la Universidad del Litoral, Mario Barletta, y el arista Rogelio Allignani. En tanto, en el Frente para la Victoria competirán Miguel Paulón (Concertación Plural) y Martín Balbarrey (Unidad para la Victoria).
Será la primera vez que Santa Fe vaya a comicios sin la cuestionada ley de Lemas, que fuera derogada por el actual gobierno de Jorge Obeid en 2004.
El domingo habrá en el cuarto oscuro boletas de todos los partidos y podrán optar por un voto único o combinado de dos o más listas, aunque no para los mismos cargos. De tal manera, será una interna en la que un votante podrá elegir, por ejemplo, un candidato a gobernador de un partido y un postulante a intendente de otro color político si lo desea.
Otro de los aditamentos novedosos será la posibilidad que otorga la ley a un simpatizante de un partido de incidir realmente en la interna de otra agrupación. Es que un votante cualquiera podrá votar en partidos ajenos. El sistema, como se ve, tiene sus peligros, por cuanto si un votante quiere que el candidato de su predilección se enfrente en la general con un rival supuestamente menos poderoso, vote al que considera más débil del partido contrario en la primaria para de esa forma intentar “favorecer” a su preferido en la general.
