La copiosa lluvia que se abatió en la ciudad mientras el presidente Néstor Kirchner hablaba en el Congreso, limitó a sólo algunos centenares la cantidad de manifestantes que se concentraron en Plaza de los Dos Congresos portando grandes banderas que, por momentos, sirvieron para guarecerse del agua.

Conforme menguó el aguacero, la concurrencia fue en aumento hasta momentos antes de iniciarse el discurso presidencial y los asistentes permanecieron en sus lugares, al compás de una constante batucada y bajo el amparo de incontables paraguas.

Acompañados por un pingüino y una pingüina inflables, los manifestantes aguardaron pacientemente bajo la lluvia las más de dos horas que duró la exposición del Presidente en el recinto de la Cámara baja y recibieron como un premio el saludo personal que finalmente les ofrecieron el primer mandatario y Cristina Kirchner antes de retirarse del edificio.

Abalanzados sobre las vallas y superando las fuertes medidas de seguridad dispuestas en el lugar, los militantes -entre ellos muchas mujeres y niños- lucharon para poder al menos rozar al Presidente o a la primera dama, que a esa altura ya se perdían en medio de la gente.

Los manifestantes, pertenecientes en su mayoría a los principales agrupaciones sociales y políticas kirchneristas, habían sido especialmente movilizadas a través de la directiva de unos 20 intendentes bonaerenses plegados a la gestión oficialista. Así, no tardaron en coincidir sobre la inundada Rivadavia y Callao columnas de la Federación Tierra y Vivienda, de Luis D’Elia; Barrios de Pie, de Jorge Ceballos; Movimiento Evita, de Emilio Pérsico y el Frente Transversal, de Edgardo Depetri, que con bombos y enormes banderas se entusiasmaron con estribillos en apoyo al jefe de la Casa Rosada.