El actual secretario general de la CGT, Hugo Moyano, construyó su poder gremial y amplió la adhesión al mismo, a partir de afiliados que pertenecían a otros gremios. Esta acción fue siempre respaldada por el oficialismo. Moyano acumuló poder porque se lo permitió el gobierno, más allá de que hoy, por los motivos políticos que sean, se encuentren distanciados.

El gremio de camioneros es estratégico, cualquier decisión que toma, como un paro, tiene un impacto fuerte y directo en el resto de la economía y en la sociedad. Moyano lo hizo valer en función de un reclamo propio, una mejora en el sueldo de sus afilados. Pero conseguido el acuerdo con los empresarios del sector, decidió reclamar por otras medidas, relacionadas con algo que va más allá de los propios camioneros y afecta a un sector importante de la sociedad argentina: universalizar las asignaciones familiares para todos los trabajadores y subir el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, que al estar fijo, se transforma en distorsivo e impacta en sectores de menores recursos.

Una vez más la oposición se encierra en si misma y termina lejos de los problemas de la gente, quedando detrás del dirigente camionero. Moyano va en camión, la oposición va caminando.

No comparto la metodología de Moyano de desabastecer, pero siempre se deben respetar los derechos de los trabajadores. Lo sabemos bien los radicales. Alfonsín tuvo que soportar 13 paros generales, en ninguno de ellos el ex presidente salió a demandarlos en la justicia y respetó siempre el derecho de huelga. Este gobierno, cuando quiere recurre a la justicia, pero cuando es él el denunciado, hace caso omiso y como siempre, alega que todo es una campaña mediática. El mayor problema es que no dialoga, porque interpreta que sentarse a dialogar es un gesto de debilidad o de pérdida de poder, debería ser más flexible, pero no tengo ninguna esperanza que cambie, lamentablemente.