La lista de los muertos en episodios de inseguridad no para de crecer. Ya casi no existe un argentino que no haya sufrido en carne propia un asalto violento o al menos el miedo a ser víctima de la creciente ola de inseguridad con un alto grado de violencia. En las familias argentinas todos tienen un conocido o familiar que ha sufrido un caso de inseguridad.

Ante cada delito que toma estado público a través de los medios de comunicación, la exigencia de la sociedad es la misma: Seguridad.

Más allá de la pertenencia de clase social, los ciudadanos le reclaman a los responsables políticos tomar decisiones urgentes para frenar la inseguridad en todo el país.

Uno de los principales problemas alegados por los encargados de ejecutar la ley es justamente que no hay normas claras sobre diversos temas según muta la metodología del delito. Otros apuntan contra la Justicia y su ineficacia. Lo cierto es que el Congreso nacional está siempre en la mira a la hora de cada nuevo hecho de inseguridad.

¿Qué proyectos de ley proponen los diputados? ¿Hay alguna iniciativa para terminar con los “motochorros”?

Muchas son las preguntas y pocas las respuestas. En este año, en los primeros seis meses de 2010, según el Índice de Calidad Legislativa realizado por Parlamentario, el Congreso no sancionó una ley que busque directamente combatir la inseguridad. Si bien hay casi un centenar de proyectos de ley en el Senado y en Diputados con el objetivo de reformar el Código Penal en distintos artículos problemáticos, el Parlamento no logra poner en funcionamiento la “máquina legislativa” para dar soluciones al mayor flagelo social que acosa a los argentinos.

Luego de seis años de la multitudinaria marcha que encabezara Juan Carlos Blumberg en el Congreso en reclamo a la ola de secuestros que sucedían en aquellos tiempos, la forma de cometer delitos ha cambiado. En la actualidad, la moda de los delincuentes es robar a bordo de una motocicleta. La metodología que comenzó arrebatando carteras a transeúntes se ha ido transformando en una modalidad delictiva cada vez más violenta, que no sólo se usa para arrebatos, sino que la moto es un vehículo de rápido escape. La falta de trabajo formal, la decadencia educativa y el avance de la pobreza son algunas de las causas del crecimiento de la inseguridad, aunque no son excusas para no debatir como frenar la metodología que avanza y preocupa a todos. Una de las tantas víctimas de los “motochorros” fue la mujer del titular de la bancada oficialista Agustín Rossi. El hecho no fue en la Ciudad de Buenos Aires –fue en Rosario- por lo que no es un problema exclusivo del jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri. Sin embargo, es en la Legislatura de la Ciudad en donde se piensa una solución, aunque los trabajadores de reparto de encomiendas y delivery, que utilizan motos, se oponen a la propuesta de usar chalecos identificatorios.

Acaso sólo en Capital Federal hay “motochorros”. ¿La única propuesta posible para solucionar la problemática es el chaleco?

Pocos proyectos

La última iniciativa de ley en Diputados que propone específicamente una medida para combatir la nueva modalidad fue presentada por el Peronismo Federal en diciembre del año pasado por lo que durante 2010 no se impulsó una alternativa para solucionar este flagelo. El único proyecto que prevé una medida para frenar a los“ motochorros” pertenece a los legisladores Natalia Gambaro, Gustavo Ferrari y Francisco De Narváez, quienes proponen, al igual que los diputados del PRO porteño, el uso de chalecos identificatorios para los motoqueros. Sin embargo, en seis meses nunca se trató en las comisiones de la Cámara baja.

En el Senado no existe un proyecto de ley específica que intente solucionar este problema. Sólo una iniciativa del senador oficialista por San Luis Daniel Pérsico prevé darle un marco legal a la circulación de motocicletas, pero no ataca directamente a los “motochorros” sino que aumenta los controles de rigurosidad para circular a bordo de una moto.

En conclusión, no existe la voluntad política, ni del oficialismo ni está en la agenda de la oposición.