Puede sonar explosivo el título, pero no. Está vinculado a las finanzas partidarias, en una de sus tantas superestructuras. En efecto, quienes visitaron en los últimos días la sede de la UCR provincial, ubicada en Paseo Colón de esta Capital, se toparon con la sorpresa de que al lado de la puerta de ingreso se instaló un kiosco, con el logo del centenario partido.

Ante la consulta de rigor, las autoridades aclararon que la función del mismo es recaudar fondos destinados a pagar en término los sueldos de los empleados. “Los ingresos mermaron sensiblemente”, reveló uno de ellos a un diputado nacional intrigado por ese puesto de ventas.

Es que, de acuerdo con fuentes confiables, los aportes de los legisladores y de los dirigentes ya no son tan generosos, como antes. Todos recuerdan que durante la gestión de la Alianza los tesoreros andaban contentos. Después vino la malaria, es la obvia deducción.