El Congreso le propinó al presidente un doble revés inédito, al rechazar dos vetos presidenciales en medio de una escalada del riesgo país y el dólar. La derrota legislativa se suma al golpe electoral en Buenos Aires y expone el desgaste político y económico del Gobierno, que enfrenta crecientes tensiones internas y externas.
La democracia recuperada no registra ningún episodio de tantos rechazos en cascada del Congreso a vetos del Ejecutivo, que ponen al presidente Javier Milei groggy y contra las cuerdas, ya que al conflicto político con el Congreso se le suma ahora la tensión en la economía con la escalada impresionante del riesgo país y el dólar tocando la puerta de la banda cambiaría.
Es evidente que no funcionó la operación maquillaje impulsada por Milei y su hermana Karina, la secretaria general de la Presidencia, tras la paliza electoral del 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires, y la derrota legislativa de este miércoles obliga a Milei a barajar y dar de nuevo, sin margen de error esta vez.
El presidente creyó que podría lograr un cambio frente al sombrío panorama político recreando el Ministerio del Interior, que él mismo había eliminado, y creando mesas políticas con los mismos jugadores que toman todas las decisiones.
Ese error político y la insistencia del jefe del Estado en no dar respuestas al pedido de financiamiento universitario, asistencia a los médicos del Hospital de Niños Garrahan y a las provincias (a través de los ATN) provocó esta situación inédita de este miércoles, en la que la Cámara de Diputados rechazó los dos vetos presidenciales.
El tercer trimestre de este año del gobierno de La Libertad Avanza echó por la borda todo lo logrado en el primer año y medio de gestión.
En julio pasado el “triángulo de hierro” -integrado por los Milei y Santiago Caputo-, que manejaba el poder a su antojo, voló por los aires con la pelea entre Karina y el asesor, quien en el inicio de la gestión era un virtual jefe de Gabinete.
La pelea la ganó Karina, con el apoyo de su hermano, y Caputo fue perdiendo terreno en las decisiones palaciegas de la Casa Rosada y en el armado electoral para las elecciones de este año.
Pero también debilitó al Gobierno, que perdió gestión y armonía en la toma de decisiones y, sugestivamente, empezaron a aparecer denuncias sobre alfiles políticos de Karina, como Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, y Lule, su segundo en la Secretaría General de la Presidencia.
Además, la Casa Rosada perdió la relación aceitada que tenía especialmente con el Pro, un sector de la UCR y con gobernadores aliados como los de Tucumán, Misiones, Salta. Catamarca, entre otros.
Es decir, Milei y Karina se encerraron en sus decisiones unilaterales y abandonaron la rosca política y la búsqueda de consensos dentro y fuera de la Casa Rosada.
Algunos piensan que la victoria aplastante sobre el Pro el 18 de mayo en la Ciudad de Buenos Aires les dio demasiados bríos a los Milei y los confundió y llevó a pensar que podían ir por todo y por todos.
Encima, con el peronismo debilitado -las encuestas en la provincia de Buenos Aires daban ganador a los libertarios por cerca de 20 puntos-, el Pro barrido y un sector radical cooptado, el presidente Milei parecía tener el camino allanado para gobernar en soledad.
Pero también hubo tropiezos en la economía: ni la macro ni la micro brindaron ni brindan una mejora en el empleo y los salarios, cada vez más precarios, y semanalmente cierran comercios y empresas en la provincia de Buenos Aires, según las estadísticas del Ministerio de Economía provincial.
Por eso el 7 de septiembre la población bonaerense le dio un llamado de alerta al staff Milei y su programa económico, al caer La Libertad Avanza en forma inapelable por casi 14 puntos.
Ahora el llamado de atención viene desde el Congreso, uno de los tres poderes de la República, y hay preocupación en los círculos políticos y el establishment por las derivaciones de esta situación institucional inédita.
La impresionante suba del riesgo país en el último mes da cuenta de ello, porque es el dato que está bajo la lupa de los inversionistas de los cenáculos nacionales y de Wall Street y otros centros de poder.