Mauricio Macri quedó descolocado tras los últimos movimientos en el Gabinete, que consolidaron el poder de Karina Milei y dejaron en evidencia que el líder libertario no está dispuesto a compartir el timón. La designación de Santilli, un golpe maestro que lo expuso y debilitó aún más al Pro.
El gobierno redobla las negociaciones con los gobernadores, ahora a través de nuevas espadas.
El expresidente Mauricio Macri fue durante la última semana protagonista principalísimo de la política, aunque no por los motivos que hubiera deseado. Del consultor indispensable que se autopercibía cuando hace justo dos años se ofreció como principal sostén de Javier Milei cuando la candidatura de aquél se derretía, pasó a ser víctima de un permanente ninguneo y desgaste político.
Cuando concurrió el último día de octubre a Olivos para reunirse con Milei, era consciente de que difícilmente fuera a salir airoso, pero imaginaba que, en el peor de los casos, volviera a irse con las manos vacías. No esperaba en cambio que las circunstancias lo llevaran a reaccionar como lo hizo. Ya lo contamos la semana pasada: el episodio concluyó con el expresidente yéndose de la quinta en silencio, notoriamente molesto por los cambios registrados en el Gabinete.
Por alguna razón resolvió compartir al día siguiente en las redes su parecer respecto de esas modificaciones. Y en ese contexto contó de qué manera había tomado el anuncio que le hizo Milei respecto del reemplazo de Guillermo Francos. Incurriendo en una actitud que criticó en privado cuando hace cinco años el entonces presidente Alberto Fernández reveló un hipotético diálogo mantenido con él en plena pandemia, en el que supuestamente el líder del Pro le habría aconsejado evitar la cuarentena y “que se mueran los que tengan que morirse”. Los diálogos entre presidentes no deben ser hechos públicos por sus protagonistas; a lo sumo, pueden formar parte de sus memorias con el correr de los años.
Macri ni convalidó, ni negó esa vez ese supuesto consejo dado a Fernández, como Milei tampoco hizo comentario alguno ahora sobre lo sucedido ese viernes. Por una vez, el presidente pareció más cauto que quien suele reclamarle moderación. Y el domingo, cuando todavía el debate sobre los cambios en el Gabinete seguía en ebullición, el presidente dio un toque magistral al nombrar a Diego Santilli al frente de la cartera de Interior, que había quedado vacante y de la que nadie hablaba. O mejor dicho: sí se especulaba sobre un ministerio recargado a gusto del asesor estrella Santiago Caputo, que contemplara el equilibrio en el seno del “triángulo de hierro”. Eso no fue lo que sucedió.
La jugada maestra hizo impacto en varios flancos, a saber: 1) dejó expuesto al propio Macri, que de la crítica desembozada debió pasar al elogio forzado; 2) puso en el Gobierno a un negociador nato capaz de compensar la ausencia de Francos; 3) dejó en un segundo plano las críticas hacia la designación de Manuel Adorni, que ya no será un mal remedo de Francos, sino un coordinador en la cima del poder; 4) expuso quién manda, pues desinfló la “compensación” para el joven Caputo, quien debió instruir a sus usinas mediáticas para hacerse ver saliendo airoso de la reestructuración, cuando en realidad quedó claro que el mentado “triángulo” del que forma parte es isósceles. Karina Milei, ha sido a todas luces la gran ganadora post elección.
Y un efecto extra para la jugada oficial de llevar al Gobierno al “Colo” Santilli: 5) pone en el Gobierno a otra figura del Pro que no llega al mismo como parte de un acuerdo con Macri, sino por pedido directo de Milei, que completará así la coloración “violeta furioso” del exdiputado amarillo. Y de paso, 6) le sacó otro diputado al bloque Pro, pues el lugar de Santilli en la Cámara baja será ocupado por un libertario.
El ex vicejefe de Gabinete de Rodríguez Larreta surge en este contexto como uno de los grandes ganadores, ya que se hubiera conformado con seguir como diputado nacional (del Pro), haciendo campaña estos dos años en la provincia de Buenos Aires. Después de haberle ganado dos veces al kirchnerismo, entiende que es inevitable para el mileísmo elegirlo como candidato a gobernador en 2027. Pero ahora tendrá más exposición y por ende chances para ese objetivo, y LLA podrá decir que postula a un funcionario “propio” y ya no un aliado del Pro.
Curiosa alianza la de La Libertad Avanza con el partido de Macri. El Pro no solo debió prescindir de figurar en las boletas con su denominación y color, sino que apenas le concedieron 8 lugares en las listas que compitieron el 26 de octubre (todos en Diputados, ninguno en el Senado), y en los últimos diez días el partido amarillo perdió 8 bancas en Diputados y una en el Senado… a expensas de sus “socios”.
La paradoja es que, mientras el Pro se desangra en el Congreso y su líder pierde protagonismo, el oficialismo se fortalece con sus figuras. En la Argentina de Milei, los aliados son prescindibles… hasta que dejan de serlo.
Contando los 21 diputados que arriesgaba, el partido del ingeniero Macri perdió en una sola elección el 60% de sus escaños. Y todo indica que perderá más, a pesar de que desde la conducción de La Libertad Avanza aseguran que les pidieron a los diputados del Pro no seguir pasándose a sus filas. Fuentes libertarias aseguran haber sido “desoídos” por quienes siguen renunciando al bloque Pro, cuyo presidente -Cristian Ritondo- es muy cercano hoy a Milei, pero ve con desagrado cómo lo despluman. Hay que retrotraerse a 2011 para encontrar un Pro tan cuantitativamente raquítico como quedará en el Congreso.
Pasa que, tal cual dejó claro el presidente al hablar el domingo del triunfo, se han propuesto ser primera minoría en Diputados. Un objetivo difícil, si se tiene en cuenta que Unión por la Patria mantuvo todas las bancas que ponía en juego: conserva sus 98 lugares en la Cámara baja, aunque en el oficialismo se ilusionan con algunas rupturas que desinflen un poco a lo que será Fuerza Patria.
La realidad es que La Libertad Avanza terminó el domingo electoral con un bloque propio de 79 miembros (más del doble de lo que tenía), y hoy ya suma 88. Pero las autoridades de la Cámara intentarán coronar su objetivo contabilizando fuerzas por interbloques, aunque el Pro ya perdió interés en sumarse, pues el bullrichismo desarmó por completo esa bancada que hoy tiene 16 miembros, en descenso…
La buena noticia que reconocen los diputados dialoguistas que -aun desde la oposición- aconsejan al Gobierno, es que los libertarios ya no limitan su objetivo a garantizarse el tercio para blindar los vetos, sino que ahora piensan en contar con mayorías que les permitan conseguir las reformas que se proponen para esta segunda parte de la gestión de Milei. Sumando aliados seguros y a los bloques más cercanos, La Libertad Avanza arrancará las sesiones a solo dos bancas del quórum. Y eso sin sumar a nadie del bloque Provincias Unidas, la propuesta que armaron seis gobernadores con ambiciones de coronar en 2027, pero que terminó resultando el gran fiasco del 26-O.
Si bien consiguieron bancas y están en capacidad de reunir en su seno a un buen número de diputados afines, como alternativa quedó muy desdibujada, y nadie garantiza que los líderes del espacio vayan a ponerse de acuerdo para confirmar el armado de un bloque legislativo capaz de plantarse frente al Gobierno, como pensaban originalmente.
“Los gobernadores ahora están pensando en cómo resolver en sus distritos la eventual ‘ola violeta’ que puede llegar en el 27”, se sinceró ante este medio una fuente muy cercana a uno de los gobernadores radicales de Provincias Unidas que analizan reforzar el diminuto bloque UCR en lugar de armar lo que pensaban.
La elección del 26 no dejó bien parado prácticamente a ninguno de los gobernadores que lideran ese espacio y nadie vislumbra cuál podría ser la alternativa que puedan presentar en dos años. Así y todo, no dan nada por definido, pues coinciden en que el futuro dependerá del rumbo de la economía.
Pero nadie desdeña el valor del apoyo que le está dando a esta gestión el Gobierno norteamericano. Cuando muchos imaginaban que la brutal injerencia expuesta por Donald Trump en la previa a los comicios sería contraproducente para el Gobierno argentino, partiendo de un supuesto espíritu antinorteamericano en nuestra sociedad, eso no sucedió. Prevaleció en cambio el temor al derrumbe que sobrevendría -imaginaron con sobrados argumentos- el lunes siguiente si una derrota hacía que Washington decidiera retirarse.
Eso y un fuerte sentido antikirchnerista forjaron un resultado que le dio una vida más a Milei, quien afronta el desafío de aprovechar el apoyo y confirmar que, como viene diciendo en algunas entrevistas, entendió el mensaje del 7 de septiembre. Viene dando señales de que es así, aunque algunos voceros libertarios comienzan a hacer otras lecturas en las que llegan a reivindicar “el valor” que tuvo el recital de su líder en el Movistar Arena en la remontada libertaria…
Cierto es que, tras su resurrección electoral, el presidente volvió a ser percibido en su reciente incursión por Estados Unidos como un rockstar. Y cierto es también que allí volvió a mostrar atisbos del Milei original, como cuando entrevistado por un medio francés habló de “los pasquines inmundos que hay en Argentina, que se llaman diarios”, que “entre el 75 y el 80% de lo que dicen es mentira”.
Mientras Milei ensaya una versión más institucional de sí mismo para capitalizar su segundo aire, no puede evitar que emerja, de tanto en tanto, el personaje que lo llevó a la cima. La pregunta que sobrevuela es si esa dualidad es parte de una estrategia calculada o simplemente la confirmación de que, más allá de los gestos, el presidente sigue siendo fiel a su esencia.