Luego de una nueva corrida cambiaria y una derrota electoral que sacudió los cimientos del oficialismo, Javier Milei lanza su “segundo tiempo” con el respaldo inesperado de Donald Trump. Pero el presidente enfrenta una interna feroz en la Casa Rosada, una economía zigzagueante y una campaña legislativa que ya no parece un paseo.
Donald Trump desplegó toda su artillería dialéctica para frenar en seco la corrida cambiaria que amenazaba con volar por los aires al Gobierno del presidente Javier Milei y le dio una nueva vida a la era libertaria, que este lunes empieza su “segundo tiempo”.
Fue Mauricio Macri quien acuñó la frase “segundo tiempo”, en referencia a un segundo mandato que buscó y no prosperó porque el binomio peronista Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner lo doblegó inesperadamente en 2019.
Desde este lunes, Milei no buscará un segundo mandato sino zafar de la trampa de su programa económico, que ya había provocado otra corrida cambiaria en abril pasado y que fue socorrida por la ambulancia del Fondo Monetario Internacional.
Pero nuevos errores -el inexplicable desarme de las letras del Estado LEFI y la obstinada decisión de Milei de no incrementar en dólares las reservas del Banco Central- llevaron a la nueva corrida cambiaria de varios días antes del inicio de la primavera.
Y a ese rush de los mercados hambrientos -riesgo país y dólares por las nubes- se sumó la aplastante y contundente derrota electoral contra el “enano soviético” Axel Kicillof, quien ahora parece ser un gigante guerrero como Goliat y ser el único presidenciable capaz de apagar la llama libertaria en 2027.
El problema también está adentro, en el tejido nervioso de la Casa Rosada, donde hoy nadie manda y donde todos se bloquean: Milei no es el líder como se creía era el año pasado. El jefe de Estado es bloqueado por su hermana y mano derecha, Karina Milei. Y Karina Milei está atrapada en su inexperiencia política, su falta de versatilidad y su dogmatismo y desconfianza.
Sus cerebros son entonces el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y su segundo en la Secretaría General de la Presidencia, Lule Menem, que son objeto de críticas. La hermana presidencial y su segundo aparecen mencionados en la causa por presuntas coimas en el área de discapacidad del extitular Diego Spagnuolo y luego de eso Lule fue sacado de algunas reuniones en la Casa Rosada.
El titular de la Cámara de Diputados es el armador electoral de Karina Milei, quien ostenta el cargo de jefa partidaria, y ambos diagramaron un esquema de candidatos en todo el país puramente violetas que fue objetado y obstaculizado por el asesor presidencial Santiago Caputo.
La disidencia sobre el armado electoral de La Libertad Avanza detonó al eje del poder libertario -el famoso “triángulo de hierro” conformado por Milei, Karina y Caputo- y el inicio de la disputa palaciega en la Casa Rosada entre los “karinistas” y los “caputistas”.
A mediados de año, el presidente Milei empoderó al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, para que haga equilibrio entre ambos, pero le resultó y le resulta imposible porque las diferencias se vuelven cada vez más irreconciliables y el poder de fuego de ambos sectores es de temer.
Y porque al fin y al cabo Francos es Milei y nunca cruzará el ala presidencial de la Casa de Gobierno para ir al Salón Martín Fierro, el bunker de Caputo y su organización de influencers y militares digitales.
Milei observa y no resuelve. No logra escudriñar la política vernácula, a la que creyó como un abanico de anuncios rimbombantes -como la dolarización de la economía o el cierre del Banco Central- o como el arma-motosierra mortal contra las empresas y los empleados estatales.
Eran los tiempos de apogeo de La Libertad Avanza, en los que mayoritariamente la sociedad aplaudía el ajuste fiscal, en algunos casos concebible y en otros no, y sus bravatas a los congresistas, a la casta política y a otros sectores de la sociedad, como artistas como Lali Espósito.
Pero el programa económico no contempla una reparación social a las consecuencias del cierre de empresas, comercios y despidos a granel de trabajadores, a la vez que no hay visible un plan para estimular la producción y el empleo.
La batería propagandística y comunicacional libertaria afirma como latiguillo dogmático que la macroeconomía funciona pero que la micro no llega al trabajador, como si una no fuera inescindible de la mano de la otra.
Por eso el relato tropezó en abril y llegó el salvavidas del FMI, y ahora vendrá el portaaviones del Tesoro de los Estados Unidos enviado por Trump, pero no hay plan para enfrentar la caída del consumo, la pérdida de trabajo y poder adquisitivo y la falta de empleo.
Este lunes Milei planea iniciar su “segundo tiempo” en medio de una campaña electoral para las elecciones de recambio legislativo en el Congreso, que hace apenas tres meses todo indicaba sería un paseo para LLA y que ahora se ve amenazada por posibles defecciones en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.
Habrá que ver si el jefe de Estado emprende ese trascendental período con la misma política y las formas que lo encumbraron a la Casa Rosada en el 23 y, a la vez, y lo dejaron inerte estos últimos meses del 25.
Este lunes, en Casa Rosada, “El equilibrista” Francos encabezará una nueva reunión del desteñido Consejo de Mayo, conformado por referentes políticos, sindicales y empresariales, con el objetivo de avanzar en un plan 10 puntos de consenso que suscribió la mayoría de los gobernadores.
A su vez, Milei tiene previsto meterse de lleno en la campaña electoral tras sus polémica intervención en el comicio de la provincia de Buenos Aires, a la par que al ministro de Economía, Luis Caputo, le encargaron la función de acallar los ruidos de la zigzagueante economía.