Por qué ArSat es importante como activo estratégico del Estado nacional

Hay temas que merecen un sensato debate antes que unilaterales medidas impulsadas sin examinar historias, datos, concreciones.

Por Osvaldo Mario Nemirovsci

Creo difícil ver manos legisladoras alzadas aprobando la privatización de ArSat.

Permítanme ofrecer una mirada para reflexionar sobre el tema.

En 1963, se puso en órbita un primer satélite de comunicaciones geoestacionario, el Sincom I, y fue un gran avance si vemos que, apenas habían pasado dieciocho años desde que una obra de ciencia ficción escrita en 1945 por Arthur Clark, había imaginado -así como Julio Verne imaginaba La Vuelta al Mundo en 80 Días o el Viaje al centro de la tierra”- la posibilidad de que se pudieran transmitir datos desde la Tierra a una suerte de satélite artificial en la estratosfera y de ahí distribuirse a otros lugares.

Apenas dieciocho años después que la literatura fantástica lo imaginara, se pone en órbita el primer satélite de comunicaciones, y dos años después, en 1965, sale el primer satélite comercial, llamado Early Bird, pájaro madrugador. Fue puesto en órbita por un consorcio internacional de más de 130 países que se llamó Intersat.

Historiemos que, en 1865, veinte países se juntan y discuten sobre el tema de las comunicaciones y firman un primer convenio telegráfico internacional. Es el origen de lo que en 1932 se conforma como la Unión Internacional de Telecomunicaciones, que es el organismo intergubernamental más antiguo que hay, antecesor incluso de las Naciones Unidas y se constituye dentro de las ONU, como agencia especializada en telecomunicaciones.

La UIT juega un papel fundamental en la gestión de los recursos de frecuencia radioeléctrica y de órbita, que son, contra lo que mucha gente supone, recursos naturales finitos, limitados, y por lo tanto suscitan una demanda constante y creciente. De ahí la importancia que tiene la órbita que la Argentina posee.

Se creó ArSat en 2006, apenas cuatro años después de una Argentina en emergencia y eso fue una clara señal de que se podían fijar objetivos de crecimiento, de grandeza y en el campo de la ciencia dejar de ser de ser consumidores de tecnología para pasar a ser productores de conocimiento.

Las nuevas relaciones de producción tienen que ver con la sociedad del conocimiento, con la sociedad de la información y con un salto cualitativo y tecnológico que la Argentina comenzaba a dar a partir de crear una empresa para soluciones satelitales.

Debemos valorizar el conjunto de conocimientos científicos y tecnológicos alcanzados, que se materializaron en la construcción de un sistema satelital que se ubicó en una buena posición como ArSat y construyó satélites geoestacionales de mediano porte, con dos toneladas de peso que orbitan a 36.000 kilómetros de altura en una banda ecuatorial.

Somos parte de los pocos países que manejan la posibilidad del recurso de los sistemas satelitales. Sepamos, que el parque satelital envejece, ya que dura entre doce y dieciocho años. Muchos de los satélites que están orbitando van a entrar en desuso por lo que va a haber una fuerte demanda para reponerlos.

Estos satélites se utilizan para brindar señales de televisión y radio, Internet, transmisión de datos, solución de última milla, transmisión multimedial, transmisiones especiales de TV, video conferencias e incluso prestaciones que contienen un nivel de valor social, como en el caso de la telemedicina o de la educación a distancia.

Mantener ArSat impacta en dos temas centrales. Por un lado, tiene que ver con la defensa de los intereses nacionales y, además, crea y genera empleo de alta densidad tecnológica que ubicó a nuestros técnicos y profesionales en el diseño, desarrollo y fabricación de satélites de comunicaciones. Y más de 500 pymes son abastecedoras de insumos y material.

Nuestros tecnólogos, técnicos y científicos están capacitados para impulsar innovación productiva, y aplican en ArSat, a partir del diseño, desarrollo y fabricación en el país de este tipo de satélites, todos aquellos conocimientos en los que fueron preparados.

¿Qué se quiere decir cuando se considera que una Nación es avanzada, o se afirma que un país es del primer mundo? ¿Por qué se los califica de esa manera? ¿Porque son más lindos, porque tienen mejor cine o porque comen mejor? Si bien puede haber parte de esto último, lo cierto es que un país se considera avanzado cuando puede hacer cosas como estas, es decir, cuando tiene la posibilidad de generar ciencia propia de carácter tecnológico, porque es innovador en la producción y porque en definitiva puede crear conocimiento.

Sin caer en patrioterismo vacío, pensemos con humildad que nuestro país tiene con ArSat, el camino que llevó a ubicarnos en el derrotero de las naciones más avanzadas que crean ciencia propia con aplicación tecnológica.

No todos los países tienen órbita. Nuestro país tiene dos y son apreciadas por otros países, la 71.8, conocida como 72, y la 81 Oeste. Cuando no se ocupan son solicitadas por otras naciones, y por eso es importante hacer buen uso de ellas.

Nuestros satélites, llegan a los mercados más dinámicos que, desde el punto de vista comercial, le otorgan carácter de rentabilidad al emprendimiento, porque ilumina a todas las Américas: Argentina, América Central, gran parte de Estados Unidos y Sur de Canadá. Por ello se consideran rentables.

Incluso no es bien visto en el mundo que Argentina, un país no considerado de primer nivel en el campo de la informática, pueda salir a competir en la construcción de satélites. ¡Pero lo hicimos, con Invap y ArSat y se hizo maravillosamente bien!

Un satélite es mucho más que una construcción material. Es un bien altamente intensivo en conocimientos, en el que prácticamente el 50 por ciento de su valor es intangible. Son horas-mente en ingeniería. La producción se realiza de manera casi artesanal, es decir unidad por unidad. Un satélite es la emblematización de que nuestro país, la Argentina, da un paso adelante en esta carrera por estar en los primeros niveles de la tecnología.

Hay una nueva economía que tiene que ver con este cambio de las formas de producción requiere nuevas inteligencias. Tener, en el Estado, una empresa de este tipo, está en ese camino.

Hay dos facetas: la verdadera revolución tecnológica que significa generar la conciencia de que podemos fabricar satélites, y la segunda parte, que es la comercialización que la empresa con presencia del Estado lleva adelante. Tal vez lo más importante es lo primero, y a lo mejor nos quedamos discutiendo lo segundo, que tiene que ver con los manejos de una actividad que ya está desarrollada en la Argentina, que es la venta, la comercialización y el uso de las comunicaciones.

Al crear AR-SAT, nos convertimos en generadores de contenidos y aplicaciones. Se creó, con sentido nacional, ciencia y conocimiento argentino. Y eso, ¡es un orgullo, sin dudas!

La soberanía está constituida por muchas cosas: es la bandera, la Patria y la defensa de los derechos humanos, de los intereses territoriales, del patrimonio nacional y de los recursos naturales, pero también es crear conocimiento.

Y eso, no se logra en manos privadas ni lo garantiza el mercado.

 

Osvaldo Mario Nemirovsci es diputado nacional mc – Río Negro

No es un conflicto político más

Un análisis de estos primeros días de la nueva gestión, una miscelánea gobernante que, para el autor, une intereses de empresarios con desmedida glotonería y aspirantes a una revolución que haga regresar la Argentina muchos años atrás.

Por Osvaldo Mario Nemirovsci

El Gobierno ofrece una cara bifronte. Con la particularidad que ambos perfiles se manifiestan en un mismo espacio que hasta ahora propone similitudes identitarias.

Y ese rasgo le otorga singular ventaja en la relación de fuerza que la política pone en juego. Porque en la crisis de representación que vive el país, ese oficialismo satisface bien, y aún más en su carácter biseco, gran parte de la demanda de la sociedad, mientras que la oposición, sobre todo el peronismo, muestra debilidad a la hora de simbolizar pretensiones de esa misma sociedad.

Y hablo de etapa bifronte entendiendo que el Gobierno formaliza un combo donde integra, por un lado intereses económicos empresariales, que se visualizan con cierta facilidad en parte del articulado de las propuestas legislativas que envía el PEN al Congreso y también en apellidos de fuerte vinculación con esos intereses que forman parte del elenco gobernante y por otra parte una cosmovisión, sobre todo sostenida por el presidente, que concierta aspiraciones redentoras y místicas sostenidas en terminologías pletóricas de religiosidad y amparadas en falacias de débil sustentación y que puede sintetizarse en la aspiración a encabezar una revolución conservadora. Válida idea, como lo es casi siempre ser parte de una alteración de sistemas, y de ahí ciertas desmesuras que todo momento revolucionario implica y que, en este caso por tratarse de una algarada de tipo reaccionaria, carga en sus “proclamas” injustas medidas para el sentido común y para la calidad de vida de mucha, pero mucha, gente.

Entonces, esa miscelánea gobernante que une intereses de empresarios con desmedida glotonería y aspirantes a una revolución que haga regresar la Argentina muchos años atrás, aparece como una fuerte consolidación política y cultural que hoy muestra síntomas de entonar con similares deseos mayoritarios de la población. Y aun teniendo en cuenta que las apreciaciones cuantitativas mutan con vertiginosidad y la mayoría de hoy puede convertirse en el repudio de mañana, esa alianza oficial está imponiendo, por el momento, su agenda.

Enfrente, en un variopinto cuadro donde se unen broncas autoconvocadas; referencias gastadas en la credibilidad popular, pero con voluntad de dar pelea, intereses desplazados, temores ciertos a potenciales represiones y menoscabo de libertades, hambre real y futuro, organizaciones políticas y sociales con fuerte declinación de poder, comunidades regionales golpeadas y otras significancias de la política local; surgen dos o tres datos que pueden consolidar esperanzas y ofrecer matices organizativos para que esa agenda conservadora y esos intereses empresariales que hoy dominan el escenario, no avancen con facilidad.

Uno de esos datos es filosófico e histórico, el signo insumiso de millones de compatriotas. Otro dato es el carácter de clase que los trabajadores poseen y deben sostener a toda costa, pues ese carácter más allá de conducciones y momentos, es indócil a injusticias y no se satisface en su valoración estratégica con ninguna movida conservadora. Y otro es el peronismo. No este peronismo, en caso que sea posible hacer una distinción. El peronismo como valor identitario que sea alojamiento y continente de luchas justas, de rebeldías, de indomabilidad ante “latigazos” retrógrados, aunque también esta característica hoy forme parte de su andamiaje y deba haber sacudidas firmes que la saquen de encima.

En definitiva, hay un bloque de poder, hoy consolidado en el gobierno, pero también hay un bloque para oponerse. Bloque tácticamente más frágil, pero con posibilidades estratégicas considerables.

No es solo una lidia entre propuestas políticas de momento ni de diferencias entre valoraciones sobre medidas públicas, que las hay desde ya y muchas.

Una política con shock de ajuste y una alta devaluación destruye ingresos en la mayoría de los hogares y además viene incluida una altísima inflación.

Nuestra sociedad se percibe agredida y preocupada hasta casi la desesperación ante un futuro inmediato con dificultades para pagar alimentos, servicios, escolaridad, combustibles, salud. Por eso en el inicio aclaré que las mayorías tienen la transitoriedad que su paciencia y posibilidad de supervivencia le brindan.

Es una confrontación, esperemos que transcurra democráticamente (ante las propuestas punitivas en la reforma del Código Penal, y el intento oficial de no garantizar derechos a la reunión, a la petición ante autoridades y a la libre expresión, permítannos dudar de esto), entre los que quieren reconfigurar el país y su sistema, con un reloj que marca las horas al revés, para modificar usos convivientes habituales, cambiar estilos de las afinidades sociales y logra una suerte de original pacto social que, en lugar de armar mejores vinculaciones colectivas, las desarme. Un nuevo país sobre modelos del peor ultra liberalismo, aquel de Murray Rothbard, ídolo de Milei y esperpento de las serias doctrinas económicas del liberalismo clásico, y quienes, con carencia en imagen de gestión, reconociendo antecedentes de gobierno con claroscuros, pero con sincero ímpetu de ser mejores en serio y no con declamaciones de ocasión, ponemos en valía un compromiso democrático, un sentido de justicia social y cierta comprensión real del mundo y del sentido común necesario.

Hemos cometido errores, falta en nuestra dirigencia una sincera autocrítica, pero creemos que un país y sus regulaciones y leyes se hacen con la voluntad y la representación de todos y no con un súper agente paraestatal (Federico Sturzenegger) que en la soledad de su mediano intelecto arma miles de reformas, modifica tres mil posiciones legales, para un mundo que intenta inventar, pretendiendo reemplazar desde el unicato de la soberbia a millones de argentinos. Él sabe lo que precisamos. Nosotros no. Por eso la frase que más repiten junto al presidente es “no ven la libertad que estamos trayendo”.

No es un conflicto político más. Es un momento decisorio para los próximos 50 años.

El voto es una necesidad colectiva, no meramente individual

Por Osvlado Nemirovsci. El exdiputado nacional valora la importancia de presentarse a votar el próximo domingo en el balotaje que definirá quien será el nuevo presidente de la Nación.

Momentos raros.

Complejidad política y necesidad de que las decisiones sean populares. Es decir, que millones de argentinos decidan como continuamos.

Que hacemos los próximos cuatro años y cómo resolvemos los temas más angustiantes que vive nuestro país.

Y todo esto en una elección ajustada (eso parece) donde como pocas veces lo que llamamos el “campo popular” se ha expresado con cierta mayoría importante y donde las campañas que buscan votos no están solamente en las manos y la cabeza de candidatos, dirigentes y consultores, sino que aparece una “micro militancia” que se empodera, que sale a la calle y con voz simple y mucho más potente que la de los candidatos, explica en la vía pública porqué es bueno votar a Massa.

Ahí reside gran parte de nuestras mejores chances electorales. En ese laburante que les habla a sus compañeros, en ese médico jubilado que, nervioso y con emoción, cuenta sus cosas en un transporte público, en esa hija de desaparecidos que narra su historia.

En ellas y ellos está la confianza en la victoria.

Y llegamos con lo que tenemos.

Llegamos con la representación natural de los trabajadores organizados y formales, que no es poca cosa como valoración social e histórica.

Llegamos con las Pymes y gran parte del empresariado nacional que quiere reglas claras y modernidad productiva.

Intentemos representar a los cuentapropistas y trabajadores informales, que son desprotegidos desde legalidades antiguas y pasan las de Caín para sostener sus familias.

Llegamos con muchos (no serán todos generacionalmente, pero son muchos sin duda) jóvenes que saben dónde poner su compromiso nacional, popular, racional y democrático. Y quieren aceptar un futuro desafiante pero creativo y posible.

Llegamos con las mujeres, muchas y batalladoras, sostenedoras como nadie de la cotidianidad critica de la realidad argentina.

Llegamos con los desocupados, los pobres (que son muchos y nos hacemos cargo de la parte que nos toca) y con los desesperanzados a los que deseamos darle alguna esperanza.

Llegamos con los desocupados, condenados de todas las condenas que se sienten desintegrados y alejados de la normalidad de una vida mas plena.

Llegamos con diez puntos como programa de recuperación nacional. No es todo. Pero es lo urgente y lo vamos a hacer.

Llegamos para encausar demandas postergadas.

Llegamos con la historia de ser peronistas, que no es poca cosa, no es poca carga, presión y compromiso para nuestros candidatos en la fórmula.

Ser peronista es una obligación y veremos cómo cuando la Patria sea grande y feliz, lo convertimos en un derecho.

Llegamos con millones de argentinos que no son peronistas y comparten cierta idea de futuro y, seamos honestos, se espantan con razón, de las calidades de otro/as candidaturas. De la otra fórmula en juego.

Ellas y ellos enriquecen el Movimiento nacional. Aportan diversidad y eso siempre ayuda a entender mejor las cosas, la política, el mundo.

Llegamos con Sergio Massa. Tal vez no lo que muchos esperaban, pero el mejor de este momento. Tal vez con ciertos reparos, pero que desaparecen a la luz de lo que hoy se convierte en necesidad nacional de evitar que ganen los que causaran desbordes, los que proponen eliminar derechos. Los que creen, como hace 200 años, que el mercado y su lógica de ganancias y de triunfadores y perdedores naturales, resuelve la imponencia de los problemas argentinos.

Entonces no hay óbice que valga.

Entonces hay obligación de poner el voto donde mejor le haga a la Argentina. No a nuestra exigencia política estricta, pura y de cierta cerrazón mental.

Donde mejor le haga a la Argentina.

Esa es la clave.

Se licitó el 5 G. No todo es valorar lo económico

Por Osvaldo Nemirovsci. El exdiputado nacional brinda un análisis en profundidad sobre las licitaciones de las empresas de comunicación en la Argentina.

Se licitó parte del espectro para los servicios 5G. Informan desde Enacom que el valor obtenido es de U$S 875 millones y observan que está por debajo de lo estimado recaudar que era un poco más de U$S 1.000 millones. Esto es un 20% menos de lo esperado.

Como bien subrayó el ministro Sergio Massa, no es poca cosa que, en tiempos de cierta confusión política y zarandeos electorales, recibamos inversiones concretas. También es cierto que las empresas adjudicadas Claro (se quedó con 100 MHz), Telecom (también 100 MHz) y Movistar (50 MHz), no hacen “beneficencia” y se llevan un buen producto comercializable y no lo pagan tan caro, respecto a las utilidades que obtendrán.

Quedan 50 megas sin licitar que también debieran tener un debate nacional para decidir y definir su manejo, ya que se ha descartado dejarlas para que ArSat participe, con su utilización en el mercado de la telefonía.

Es cierto que no hay muchas más alternativas comerciales que las participantes y hay que valorar que luego de adjudicada esa parte del espectro, las empresas deberán invertir, entre las tres, algo más de U$S 2.000 millones para asegurar la instalación, despliegue y ubicación de antenas y garantizar el tendido de fibra óptica que traslade y conecte.

Eso es trabajo, compra a pymes nacionales y demanda profesional para argentinos.

Eso significa desplegar infraestructura superior y nueva, a la ya instalada.

Muchas más fibra, miles y miles de small cells, que son esas celdas pequeñas como nodos de acceso de radio celular de baja potencia y que tienen un alcance de 10 metros a unos pocos kilómetros. En el caso de 5 G se estima que pueden estar cada 200 metros.

Ahora bien, es cierto que el 5G representa, mejoras en el ancho de banda y la latencia y eso ofrece velocidades muy superiores a las actuales en el transporte de dato y al funcionar en onda milimétrica y en frecuencias hiperaltas (entre 24 y 00 Giga Hz) cambia la calidad de la conectividad y la mejora.

El 5 G permitirá dar sostén a Internet, el big data, la telemedicina, la impresión 3D, la realidad virtual, la industria 4.0 y esto, sin duda, es una clave importante para la transformación digital de nuestra sociedad e incluso en el mejoramiento de las economías regionales.

Hasta acá un tema de ingreso de recursos y de potenciales acciones positivas. No es todo, estimo yo, lo que debe valorarse en esta cuestión.

Este proceso de adjudicación no permitió que pusiéramos en debate, entre otras cosas, la tecnología china en 5G, que tal vez tenga mejor robustez tecnológica y un mayor desarrollo en su implementación. Pero no lo situamos en comparación.

El 5 G también se relaciona con la justicia social y la independencia económica. Y, sin caer en fraseología exagerada también hay que contemplar la soberanía comunicacional.

Y acá empezamos a ver cuestiones que nuestro pais debe resolver, ya que el espectro radioeléctrico se considera un recurso extremadamente escaso y de un valor estratégico sin precedentes en el contexto económico y tecnológico actual. Y eso debe defenderse.

Y si hay que “liberar espectro” (esta licitación ya lo liberó) para 5G y esto puede hacer que se limiten las posibilidades técnicas de la radiodifusión, tanto en su forma de televisión abierta como en radios y eso perjudica a la gratuidad que estos medios tienen y es el último recurso que van quedando a quienes no pueden vincularse en forma paga a lo audiovisual, o viven en regiones alejadas donde solo llegan las ondas hertzianas gratuitas y no los cables ni los satélites. Y debemos observar si esta adjudicación colabora o perjudica la lucha contra la brecha digital donde conviven la exclusión y los incluidos valorados en función del recurso económico que dispongan. Y como juega el 5G en la innovación tecnológica con aprovechamiento social y que las Tics se usen con cierta justicia, presencia estatal, impulso educativo y estímulo económico público y privado para que sectores marginados atraviesen fronteras y pasen desde la exclusión digital al mundo de los incluidos. Desde todo esto también debe evaluarse el 5G y su desarrollo.

No sabemos si las cláusulas de licitación incluyen auditorías estatales de ciberseguridad que justiprecien toda novedad que se incorpore a las redes.

Y deberíamos ver como estimular con el 5G la virtuosa alianza del sector estatal, los privados, el capital social, la Academia y las Universidades como espacio común de impulso y acrecentamiento del sector.

Y finalmente, ya que la adjudicación del espectro es por 20 años y pensando que ya está habilitada en nuestro pais la banda de 6GHz (en el rango de 5925 a 7135 MHz) para servicios Wifi, conocer con proyección tecnológica, como convivirán y se complementarán, sabiendo que hoy se estima pueden coexistir con los servicios de enlaces fijos existente y que esta banda de 6G se usará más para mejorar la calidad del Wifi y alentar la economía del conocimiento y si bien hoy se utiliza para enlaces satelitales, bien podría ocurrir en el futuro cercano cierta intromisión de una en otra y confusión de usos y aprovechamientos. Algunos impulsan reservar el 50% de la banda de 6G (no paga licencia) para los futuros servicios de 5G. O sea, pasar de algo gratuito a lo comercial.

Y desde esto, y con este sostén filosófico y político, desarrollar la tecnología de Quinta Generación, ya que como se ve, no todo pasa por el valor dinerario de una licitación.

¡Peronistas a las cosas!

Por Osvaldo Mario Nemirovsci. Los objetivos políticos deben tener en cuenta lo que deseamos. Y también lo que no queremos.

El peronismo, como tradición política tiene un fuerte valor constitutivo que es su diversa interpretación.

Y esa interpretación suele estar en disputa.

Ha ocurrido, ocurre y tiene sentido en virtud de las desiguales miradas, diversos orígenes sociales y distintos tiempos con que se lo observa.

El peronismo se puede pensar en singular y en plural. En el primer caso, fuera de los tiempos de conducción y liderazgo del general Perón, cada vez que se intentó fue para que se desarrollen en su seno momentos de conflictos, algunos graves, otros gravísimos y otros de cierta levedad histórica.

En principio, lo singular se asocia con nombre propios que dotan al colectivo (peronista) de una suerte de “apodo con ismo”. Vandorismo, menemismo, kirchnerismo, cristinismo (tomando estos dos últimos con acepciones propias de alguna identidad común pero no siendo lo mismo).

Cada uno de ellos dominó, para entronizar esa singularidad, dos aspectos que hacen a la política de poder de cualquier partido, el discurso y el aparato.

En los cuatro casos mencionados, cada ismo singular convivió claramente con esas dos atribuciones de modelar un discurso hegemónico y manejar el aparato político que permite direccionar y asegurar candidaturas e imperar sobre la estructura organizacional del peronismo.

Por otra parte, cuando vemos lo plural no percibimos tiempos de dominio exclusivo en el peronismo, pero tampoco puede asociarse con etapas históricas de poder institucional.

Es más, un momento con cierta trascendencia en la búsqueda de reformas, rebeldías y luchas como fue la Resistencia, la Renovación de 1984 (Congreso de Rio Hondo y otros) y alguna experiencia sindical que enfrentó las políticas públicas del menemismo, como el MTA (Movimiento de Trabajadores argentinos) en los años 90.

Ambas variables, desde lo singular y lo plural son inherentes del peronismo y es muy probable que exista ligazón histórica y ciertas continuidades que se imbrican – solapan, entre ellas.

Sí ocurre que en virtud de cada tiempo político y según se vivan momentos “singulares” o “plurales”, varían las estrategias de acumulación, mutan objetivos, se redefinen alianzas y como un valor de este universo que va cambiando, crece en el seno del peronismo (en sus dirigentes y militantes) cierto nivel de desconcierto y una especie de galimatías casi jerigonza, que puede inhibir mejores y más lúcidas miradas sobre los escenarios a actuar.

Hoy, en este preciso momento de la Argentina, es posible que esté ocurriendo esto en el peronismo. Y, por eso, debemos corregir y superar.

Transitamos una etapa casi “plural” en cuanto si bien desde lo formal tenemos el gobierno, en verdad no es una valoración tan precisa.

El liderazgo más nítido de los últimos tiempos (CFK) no luce en la dimensión que una categoría como ésta debiera tener.

Y se está peleando, desde alguna organicidad y mucho desde lo silvestre (militancia por su cuenta y “federalización” amateur de la campaña) para obtener un buen resultado en las elecciones.

Pero también existen datos de lo “singular” pues hay un liderazgo formal que se cubre con la principal candidatura electoral que es la de presidente. Y ante la ausencia de mejores representaciones, ésta formalidad asume el rol de “paladín” del peronismo en su faz electoral y de conducción de una campaña.

Entonces, es valioso (o sería valioso para los peronistas) poner voluntad e inteligencia en sumar a una etapa donde combinan “pluralidad” y “singularidad” sin que esto nos ralentice y, mucho menos, nos frene.

Los objetivos políticos deben tener en cuenta, por supuesto, lo que deseamos. Y también lo que no queremos.

En esta elección, donde hay nítidamente tres opciones de voto con alguna certeza de triunfo, aparecen dos en las antípodas nuestras.

Entonces, ya sabemos lo que no forma parte de nuestro deseo.

Podemos interpretar a nuestro candidato Sergio Massa. E incluso criticarlo.

Pero surge bastante diáfanamente que los planteos, propuestas, consignas y futuras acciones de gobierno, tienen cercanía con la historia peronista. Y eso, posee un valor considerable que prevalece sobre “singularidades”.

Porque cuando ponemos la vista en nuestros adversarios, también surge algo en forma transparente y es que sin necesidad de interpretar nada, sus planteos, propuestas, consignas y futuras acciones de gobierno, son públicamente y orgullosamente asumidas por ellos, el muestrario más antiperonista, antipopular, conservador, reaccionario, limitante de derechos que cualquier programa electoral haya tenido en los últimos años.

De forma tal que parangonando a Pepe Ortega y Gasset digamos:

¡Peronistas a las cosas!

Los intereses permanentes son para los países, no para los dirigentes.

Por Osvaldo Mario Nemirovsci. El autor analiza la reacción del candidato Javier Milei respecto del comunismo, advirtiendo que confunde 2023 con los años 50 y 60 en donde la pesadilla comunista atormentaba a los factores de poder.

El siglo 21 obliga a cierta actualización intelectual. Que para políticos y, sobre todo, para candidatos se torna absolutamente imprescindible.

Hoy, que Milei sitúe al comunismo como dato a temer y, peor aún, como tema importante en su accionar de gobierno, más que una absurda posición de política internacional, habla de cierta incomprensión del tiempo y espacio en que le toca vivir, condición básica que expresa desde la psicología forense, la robustez racional de la cordura de las personas.

Milei confunde 2023 con aquellos años 50 y 60 donde la “pesadilla comunista” atormentaba a factores de poder y llenó a la opinión pública de miedos y prejuicios.

Es cierto que en eso tiempos, cierta ceguera reaccionaria de la FFAA (en casi todo el mundo) y espacios conservadores dominantes en lo político y cultural, veían a la URSS como un peligro latente y en América Latina, la revolución cubana amenazaba con su expansión y se percibía que su influencia tocaba puntos locales de conflictividad social y política.

En los años 60 se adoptó el anticomunismo como doctrina y como casi natural defensa de los “valores occidentales y cristianos”.

Esa posición, en Argentina, englobó a políticos, autoridades, sacerdotes, militares, sindicalistas, intelectuales y generó movimiento culturales y organizativos afines. No muy positivos, desde ya.

Así surgieron en esos años la Federación Argentina de Entidades Democráticas Anticomunistas (FAEDA) en lo local, la Confederación Interamericana de Defensa del Continente (CIDC) y la Confederación Anticomunista Latinoamericana(CAL) en lo regional y la World Anticommunist League en lo global.

¡Lindos sujetos para debatir ideas políticas! Si comentabas que habías leído el Dogma Socialista de Esteban Echeverría ya te metían preso o te apaleaban con la fiereza de torquemadas convencidos.

¡Pero pasaron más de 60 años!

Hoy es inadmisible no mantener vínculos diplomáticos/comerciales con naciones que sostienen cosmovisiones ajenas a las nuestras. Especialmente en el caso de China y Brasil.

El primero no tiene un modelo económico comunista ni por lejos y el segundo no tiene un ordenamiento político comunista ni por asomo.

O sea, Milei expone su programa internacional como piltrafa ideológica y se hace el confrontativo con un mamut político como el comunismo, expresión casi desaparecida de los formatos gubernamentales de los países del mundo.

Veamos porque es peligroso lo que promete hacer. Y como lastimaría la economía nacional y afectará la calidad de vida de todos los argentinos.

Una simple enunciación como compromiso de política pública internacional que hace Milei, pone en jaque ingresos inmensos que hoy sostienen gran parte de la economía argentina en función de su relación con China y Brasil.

No es cuestión menor. No es solo decir que hablar de comunismo es una simple idea intelectual, que, aunque digna de un arcaico es solo un pensamiento. No. En este caso, es mucho más.

Es poner en aviso que su mirada, conlleva peligros graves para el futuro argentino.

China lidera, como comprador, nuestras ventas ganaderas y agropecuarias.

Brasil recibe y paga nuestras exportaciones industriales.

China es la primera o segunda potencia mundial, fuente inagotable de crecimiento económico y tecnológico y sitio donde Argentina puede tener ventajas, protegiendo desde ya nuestra soberanía, en inversiones que otros países no están ofreciendo.

Brasil es el principal socio Mercosur y un cófrade estratégico para la América cercana y país con el que tenemos posibilidades de integración comercial, técnica y digital en variados temas.

Ningún país del mundo cierra sus intereses por cuestiones políticas.

Ningún argentino deberá pasarla mal por descaminados rumbos en las vinculaciones diplomáticas/comerciales.

En el tercer gobierno del general Perón (1973/74) se basó el programa económico en el dinamismo exportador que permitió superar el estrangulamiento externo. Para eso se expandieron, como estrategia económica, las exportaciones sobre todo las industriales y se llevaron a cabo medidas promocionales para diversificar mercado y no tuvimos inconveniente alguno, para actuar en beneficio del país, en comercial bilateralmente con países del bloque socialista ( Cuba, Rumania, Checoeslovaquia, Bulgaria, URSS) cuando el comunismo no era un recuerdo de viejitos cantando “Ay Carmela” y levantando puños orgullosos pero añejos, sino una potente realidad económica y militar. Pero Argentina lo precisaba, y se hizo.

Ya, antes, en abril de 1930 Hipólito Yrigoyen cerró acuerdos de comercio con EEUU (técnica de comunicaciones) con la frase “Los hombres deben ser sagrados para los hombres y los pueblos para los pueblos”.

Los intereses permanentes son para los países, no para los dirigentes.

De reiteraciones, comparaciones y cómo Alejandro Magno murió, pero no tanto

Por Osvaldo Mario Nemirovsci. El autor cuenta lo que ocurrió tras la muerte de quien fuera rey de Macedonia y plantea un espejo con ciertas formas que el sistema político argentino repite de alguna manera.

La historia tiene reiteraciones y comparaciones.

La primera variable es probable que se deba al carácter de causalidadque poseen, aunque muchos lo nieguen, las ciencias sociales. Esta condición de vincular causas y efectos no es patrimonio exclusivo de las ciencias llamadas duras, aunque a estas se les asigna cierta mayor formalización matemática en sus teorías y poder predictivo. Nada que las ciencias sociales, que explican datos humanos y no entidades abstractas, no puedan realizar también.

Se puede, y la historia lo demuestra, confirmar hipótesis que no estén establecidas. En las ciencias sociales, en la historia, a determinadas condiciones dadas le suceden causas similares. A conductas sociales y políticas de determinado tinte, a gobiernos de análogos tipos, les corresponden parecidas consecuencias.

En cuanto a las comparaciones, es más un juego intelectual, de investigar, encontrar y poner en cierto valor, episodios ya ocurridos y que luego tienen correlatos de semejanzas.

Permítanme hacer un pantallazo sobre algo que sucedió a partir de junio del año 323 AC, que fue cuando ocurrió la muerte de Alejandro Magno.

Y poner este episodio y parte de lo que luego continuó, en espejo con ciertas formas que el sistema político argentino (y de otros varios países) más de 2000 años más tarde, repite de alguna manera.

Obvio, la interpretación de estas similitudes es libre. Sobre todo, para aquellos que deseen ubicar su mirada en la Argentina para cotejar aquello que acá se cuenta.

Cuando muere, joven y endiosado Alejandro Magno, sus generales vivieron una suerte de embelesamiento con él. A la par que preparaban sus tácticas para ser parte de la herencia política “empezaron a imitar sus gestos y vestimentas, y hasta su forma de inclinar la cabeza. Y hubo quienes comenzaron a usar un gorro igual al que solía llevar el guerrero muerto y otros que se dejaron crecer el cabello con los mismos largos que Alejandro”. ¡Todo valía para parecerse!

Como no había afiches en ese tiempo reproducían su imagen en monedas que ellos mismo mandaban a acuñar.

Hubo quienes avanzaron más y “el comandante Eúmenes decía que Alejandro se le aparecía ensueños y hablaba con él. Por su parte Ptolomeo (aquel antecesor de la hechizante Cleopatra quien fue comandante del Magno y éste lo hizo gobernante de Egipto) forjó el rumor que era hermanastro de Alejandro por vía paterna”, para tratar de lograr con eso una mejor cercanía hereditaria.

Todos los recordaban y todos lo respetaban, la presencia mágica de Alejandro ocupaba el centro de la vida política, pero “al mismo tiempo andaban ocupados en hacer pedazos el imperio que él les había legado. Para eso no dudaban en matar, uno detrás de otro a sus familiares más cercanos y en traicionar las lealtades que los unieron” (sin hesitar mataron entre otros a su viuda, su hijo y su hermano). ¡En esos tiempos esas muertes fueron literales, hoy al menos, son simbólicas!

Como parte de esta disputa por la hegemonía del movimiento alejandrista, va Ptolomeo y se roba el cadáver de Alejandro. Lo lleva a Alejandría, donde él gobernaba y lo expone públicamente en un mausoleo que hace que esa ciudad egipcia se convierta en un masivo punto de turismo necrófilo.

En una ocasión el emperador Augusto visita ese lugar y pide que abran el sarcófago y al darle un beso al cadáver de Alejandro, le rompe la nariz. ¡Todo andaba y salía mal!

A los sucesores de Alejandro se los conoció como los diadocos (del griego antiguo ‘sucesores’), y eran considerados “una banda de mediocres y suplentes” que al no tener ni el mínimo carisma del fallecido líder, pretendían obtener reconocimiento, respeto y conducción mimetizándose con un muerto querido y celebérrimo.

Por eso se disfrazaban de Alejandro, actuaban como él, imitaban sus formas y todo eso tratando que se los pueda confundir con el fallecido conquistador del mundo.

Pero es, y así pasó, como si en nuestros días los imitadores de Sandro o los Beatles, pudieran hacernos creer que son lo mismo.

En virtud de estas acciones realizadas desde la cúspide, el potente ejército macedonio se desgastó, se minimizó y finalizó como una cohorte de mercenarios que solo obedecían a sus comandantes y esto, siempre y cuando les convenía. (ejército macedonio sucedáneo de grandes movimientos políticos contemporáneos).

Como mientras dilapidaban capital político, militar y territorial tenían que hacer algo parecido a un gobierno, los diadocos administraban el reino mediante edictos. Los gobernantes “eran asesorados por un grupo de amigos y familiares”.

Por supuesto, todo finalizó de la peor manera.

En algunos años, lo que había sido una potente y masiva convocatoria a épicas, una causa nacional poderosa y un destino colmado de grandezas se convirtió en un tugurio de conspiraciones, desprovisto de valores atrayentes y conducido por logreros y rufianes que transformaron aquellos caminos de gloria en proyectos triviales.

En nuestro país, desde neoperonistas peinados a lo Perón (Raúl Matera, circa años 60), hasta hijos usando trajes del padre (Alfonsín Jr.) pero más que lo físico, desde los lenguajes, tonos, frases y gestos, e intentos burdos de parecerse. Muchos dirigentes de variados clanes políticos, hicieron “la gran Macedonia”, con igual fracaso que los generales griegos.

La semejanza con actuales escenarios solo está en la cabeza de quien quiere verlas.

* Lo escrito en cursivo es parte del libro El Infinito en un junco, de la filóloga española Irene Vallejo

El autor fue diputado nacional por la provincia de Río Negro

¡Ahí viene la cana! montada en overo; ¡araca, la cana! no quiero entrevero. “¡Rajemo, chochamus, que viene la cana!”

Por Osvaldo Mario Nemirovsci. El exdiputado nacional remarcó sus mirada negativa contra la corporación Amazon.

En 2006, como diputado nacional, presenté la primera ley en Argentina sobre Delitos Informáticos. Era básica y hoy merece una urgente actualización. Pero mostró que había voluntad del Estado Nacional en encarar el tema.

Hace más de 10 años comenzó mi “pelea” por la regulación de las empresas digitales algorítmicas. Supuse, desarrollé y lo expresé, que eran el “nuevo peligro” para los pactos democráticos de las sociedades, en la medida que no se sometieran a legislación adecuada, regulación firme y control de sus actividades.

Debo mencionar el reconocimiento que a esta actividad mía brindó siempre el consultor rionegrino y experto en análisis político Pablo Díaz que, en virtud de tener una mirada moderna sobre la fenomenología tecnológica, comprendía la importancia del planteo regulatorio.

Más de 30 artículos de mi autoría, publicados en medios importantes como InfoBae, Página 12, Diario Rio Negro, El Tribuno de Salta, El Cohete a la Luna, Perfil y otros, testimonian estos años de persistencia en advertir que “las empresas digitales algorítmicas son necesarias, pero si se las vigilan es mejor” (Perón dixit).

Hablé concretamente de las GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft).

Hoy, ya con la Unión Europea y muchos países sumados a la regulación y control, leo con satisfacción que EEUU acusa a Amazon de “captar clientes en forma engañosa”. Dije esto de Amazon, hace al menos 5 años (no quiero ninguna cucarda por haberlo hecho, pero me alegra el ego esa anticipación).

Hoy, la Comisión Federal de Comercio – FTC de EEUU, ha demandado a Amazon por indebidas prácticas comerciales y habla de defraudación, engaño a millones de consumidores y de manipular diseños de interfaz tornándolos coercitivos para sus clientes.

Pero ya la FTC norteamericana, en la figura de su joven presidenta Lina Kahan de 34 años ha demandado a Microsoft por abuso, lo mismo que hizo el Depto. de Justicia de ese país contra Google.

El mundo cambia y se anima a estos verdaderos Golem digitales que tanto han violentado normas, sentido común y confianzas.

Sigo clamando porque nuestro Estado Nacional, a través de sus gobiernos correspondientes, tome en cuenta estos temas y ponga en marcha de manera estratégica respuestas regulatorias concretas al anarquizado universo nacional de las nuevas tecnologías, la comunicación digital y cuántica (cuando sea más vigente) y la presencia casi inmune e impune de las empresas utilizadoras del algoritmo.

Y no está de más recordar a tantos opinadores, cientistas y candidatos en campaña cuando hablan de la ley 26522 que es la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley de Medios) que debe reconocerse su antigüedad y falta de vigor de actualidad. ¡Que vamos a hacer, pasaron 14 años y el mundo, los medios y las tecnologías cambiaron!

Y que hay que pensar en una nueva norma, integral entre transporte, contenidos, telcos y comunicación y que contenga pautas para las nuevas tecnologías, donde también hay que hablar de límites a la concentración, defensa de audiencias, garantías de libre expresión y pensamiento, protección de clientes, consumidores y usuarios, presencia necesaria de privados sin fines de lucro, defensa de derechos en todas sus amplitudes etc.

No se garantizan derechos defendiéndolos con armas (legales, desde ya) obsoletas.

Para el pueblo lo que es del pueblo

Por Osvaldo Mario Nemirovsci. El legislador rionegrino analizó lo ocurrido este fin de semana en Chaco y en Jujuy.

El cronista muestra a un grupo de gente que corta una ruta y dice: – “Acá está el pueblo de Jujuy mostrando su enojo por…”

Cambias de canal y otro cronista afirma: – “Acá está el pueblo del Chaco, gritándole asesina a Mónica Acuña”.

En otra secuencia televisiva, un periodista entrevista a un manifestante en la Avda. 9 de Julio que comienza diciendo –“Acá estamos, esto es el pueblo, porque ya no aguantamos más…”

Y hay consignas que rezan “si este no es el pueblo, el pueblo donde está” y pueden ser cantadas por 30 personas tanto como por 20 mil, quitando calidad cuantitativa al sentido que le dan.

Y otros gritan “el pueblo unido, jamás será vencido”.

Y el 1 de mayo de 1974, la JP se retiró de Pza. de Mayo gritando “aserrín, aserrán, es el pueblo que se va”, mientras el general Perón desde el balcón le hablaba a otro pueblo, el que se quedaba.

Y por supuesto tenemos nuestro conocido enunciado “nos los representantes del pueblo de la Nación argentina…” 

En definitiva… ¿es tan laxo el sentido de la palabra pueblo como para poseer la suerte del comodín y usarse según quiera el que lo expresa?

¿Es pueblo un concepto encerrado en definiciones básicas de tipo geográfico, o meramente cultural?

¿Cómo solo definirlo desde “conjunto de personas que vive en una población, región o país determinado” o llamar pueblo a las comunidades con historias comunes, idiomas compartidos y cierta perspectiva común de futuro?

En verdad, la idea de pueblo entra a lo tumbos en la polisemia, ahí el laberinto de la política lo mece de un lado a otro y no surge con claridad su real significado.

Bastante aproxima Chantal Mouffe cuando le asigna al término una calidad sociológica que roza lo político y su coequiper Ernesto Laclau le da sentido antagónico, diciendo que “pueblo siempre es un sujeto político con historia, pero diferente de otros sujetos similares ya que es invariablemente opuesto al poder y su principal característica es que se opone a las clases dominantes”.

Originado en latín “populus” tenía la ambigüedad de poder definir tanto a la población de un lugar, como hablar de un pais que gozaba de independencia como también ser identidad para los miembros más humildes de la sociedad como clases bajas o pueblo llano.

Si lo apartamos de asertos formales y lo llevamos a la sociología podemos entenderlo como que pueblo suma condiciones comunes como tener afinidad cultural, lingüística, religiosa, alimentaria y hasta vestimentas similares. Exagerado como taxativa definición, pero existente como presunción.

En las Siete Partidas, el rey Alfonso X el Sabio, de Castilla cuenta, con mirada llamativamente democrática para sus tiempos (1252/1284) como en Babilonia y Troya “gente que sabía ordenar las cosas con razón y ponerle nombre correcto” no hacia distinción para llamar pueblo entre “gente menuda, menestrales y labradores, ni entre mayores, menores y medianos pues todos estos deben ayudarse unos a otros para poder vivir bien” y, por lo tanto, todos eran el pueblo.

Los griegos por el contario habían sido más excluyentes y en su categoría de pueblo no alojaban las mujeres ni los menores ni extranjeros/metecos ni esclavos.

En alguna teoría que sostiene parte del derecho constitucional, pueblo es el sujeto de la soberanía nacional que a su vez debe entenderse como soberanía popular.

Y poniendo algo de psicología algunos aventuran que cuando el pueblo asciende desde su inconciencia histórica a la conciencia histórica y desde la necesidad a la autodeterminación, ese pueblo puede constituir una Nación y a la vez dominar el Estado.

Claro que su nombre vistió también consignas terribles como “Ein Volk, ein Reich, ein Fuhrer – ¡Un pueblo, un imperio, un guía! coreada por millones de nazis alemanes, que también dotaron al sentido de pueblo con una teoría etnicista que abandona el viejo “deutsches Volk (gente alemana) y lo cambia por el “Volksdeutsche” palabra que conceptualiza la pureza racial aria más allá de la nacionalidad propia.

Y como si algo faltara tenemos al gran Baruch Spinoza que “promocionaba” la idea de “multitud” casi como sinónimo de pueblo y al no menos famoso Hobbes que mezcla pueblo y muchedumbre como ideas de sociedad.

Para suerte de otros, hoy en día Toni Negri abona a la confusión general y abraza con sentido spinociano, la idea de multitud como sostén de la soberanía popular.

Y para la religiosidad progresista, luego del Concilio Vaticano 2 y la Conferencia de Medellín/1968, pueblo es una categoría histórica y mítica que conlleva cierta fraternidad sin importar la estirpe y no se reduce a la suma de individuos o a poblaciones, sino que reconoce la similitud en una conciencia de orígenes y pasados históricos comunes y este ethos societario es el pueblo que posee un destino solidario compartido.

Eva Perón expresa que el pueblo “es una comunidad compuesta por hombres y mujeres que trabajan para cumplir con su función de vivir. Y para eso constituyen una unidad social, económica y política de fundamento ético- moral”.

Por su parte y con proverbial economía de conceptos, el general Perón dice que pueblo “son las masas cuando adquieren conciencia social”

Y más ahorrativo de palabras, ese sabio expresidente argentino pone en la Verdad 20 del ideario peronista que “En esta tierra, lo mejor que tenemos es el pueblo”.

En fin, tarea fatigosa encontrar el cascabel gatuno de la palabra “pueblo”, por eso es mejor utilizarla con cierta responsabilidad.

“6 y 2 son 8 y 8, 16, y 8, 25 y 8, 32”… Como en la vieja canción infantil, los votos hay que contarlos, todos

Por Osvaldo Nemirovsci. Existe una falacia en torno a las PASO y su interpretación cuantitativa. Y que para el autor es mal utilizada por los medios y aprovechada por quienes no desean su realización.

Los medios de comunicación, en cualquier formato, son intermediarios entre los fenómenos de opinión pública y sus audiencias. Un fenómeno de esta naturaleza puede ser un partido de fútbol, un incendio, una elección, un hecho de corrupción. En general y mayoritariamente la información que corresponde a esos temas, no la viven en forma directa los consumidores de medios.

Entonces ahí aparece la responsabilidad de los medios en cuanto a la forma que “intermedian” (informan) lo ocurrido. De los tres datos que componen ese contexto (suceso, medio y audiencia), solo uno, el medio de comunicación, tiene la potestad de manejar el contenido.

Entonces es entendible que parcelas de las sociedades, en general políticos, intelectuales y sectores que son audiencia, con cierta ansiedad por lo que suponen es la “verdad” o alguna “objetividad” que desean, desconfíen y teman de la forma en que esa intermediación mediática se realiza.

Hasta ahí se entiende, aunque muchas veces se agigante el poder de los medios y se los sataniza otorgándoles un “imperium” no siempre tan magno. Más en estos tiempos donde la Inteligencia Artificial y las empresas digitales/algorítmicas imponen dominios y componen claras construcciones de sentido.

De cualquier manera y ante todos ellos, siempre es útil recordar ciertas precisiones de la Escuela de Birmingham, que habla de cómo existe una cultura previa en cada consumidor de medios, que permite tomar, rechazar y negociar los mensajes políticos recibidos. Richard Hoggart, uno de sus maestros dice que “todas las verdades son contextuales. Por tanto, no hay garantía de que lo que es verdad en un contexto particular sea verdad en otro contexto” y ese contexto lo pone el receptor de los mensajes. Y debido a esa previa consolidación de su capacidad de ver el mundo, ese receptor encuentra valores y significados del mensaje a los cuales combina con los propios, o sea los filtra, los decodifica de acuerdo a su conveniencia y eso provoca que la carga de valores contenidas en el texto recibido no tenga la impronta que el emisor hubiese preferido. Esto lo investigó mucho Stuart Hall, otro de los líderes de Birmingham en su trabajo sobre codificación/decodificación.

O sea, no hay que asignarles tanto poderío a los medios y tener más confianza y respeto en las audiencias, sobre todo en sus niveles de clase trabajadora y de jóvenes, que obviamente no están formadas por descerebrados, bobalicones y compradores necios de cualquier cosa que le cuenten.

Todo este prolegómeno lo uso para decir que existe una falacia en torno a las PASO y su interpretación cuantitativa. Y que es mal utilizada por los medios y es aprovechada por quienes no desean su realización.

Y es creer que, de no existir candidatos únicos por fuerza política, se debilita “simbólicamente” el caudal electoral al estar dividido en varias opciones.

Ejemplo, nos quieren hacer creer que si el partido A, en las PASO, saca 100 mil votos, sumados 5 candidatos, donde el primero obtiene 25 mil y el partido B obtiene 30 mil con un solo candidato, el hecho que los medios mencionen este dato como eje informativo central, hará que las audiencias crean que el partido B ganará la elección general. ¡Pues no es así!

Muy probablemente en las elecciones generales el partido A estará cerca de los 100 mil votos y el B rondará nuevamente lo obtenido en las PASO.

Para eso están las primarias, para ordenar candidaturas, pero también para sumar votos del colectivo partidario, que son los que importan. Son los que en la general definirán el poder.

Y es tanto el desmedido temor a los medios que públicamente políticos y periodistas afirman que cuando se informe y titule, al otro día de las PASO, los resultados individuales, estos ya serán consagratorios para el siguiente turno general, sin tomar en cuenta que la ciudadanía sabe sumar y darle entidad y valor a los votos que saca su partido sea este expresado en uno o en más candidatos.

En el caso que me interesa, el del peronismo, resulta enigmático que se pretenda, en virtud del estado aciago en que se encuentra y en la orfandad de liderazgo electoral que muestra (salvo CFK los demás valen ciertamente menos), pensar que una sola candidatura puede sumar más que varias. 

Solo poniendo a diversas expresiones del polifacético y variado mundo interno justicialista se pueden evitar fugas de votos al exterior. A la vez que comprometen a quienes participan en las PASO, en un acompañamiento posterior, que puede o no cumplirse desde la dirigencia, pero seguramente tendrá validez para el votante.

Y volviendo al comienzo de esta nota, veamos que el “fenómeno de opinión pública” es la cantidad de votos que sacó un partido, en total. No el guarismo de cada candidato, dato este al que se le puede asignar enorme espacio informativo e importancia, durante 24 hs y luego prima lo que realmente vale, o sea cuantos sufragios tuvo cada fuerza.

Y ahí no hay manipulación posible ni ardid mediático alguno. Los votos están y es lo que cuenta.

Entonces, vamos a las PASO, sin pretensiones de unicato o dedos definitorios. Ya CFK dio todo lo que tenía y es hora que aparezcan, relucientes por el poco uso, los famosos “bastones de mariscal” tantas veces mencionados y tan escasamente blandidos.

* Nemirovsci es diputado nacional (MC) PJ Río Negro

Las industrias audiovisuales son parte de la economía de un país. También de su identidad 

Por Osvaldo Nemirovsci, exdiputado nacional. El autor señala la importancia de recuperar la fortaleza y vitalidad de las industrias culturales.

Existen valoraciones legales en nuestro país, asentadas básicamente en la Ley 26.522, que aun con cercenamientos provocados por el decreto 267/2015 (veloz intromisión del macrismo apenas asumido) tienen vigencia en la mayoría de su articulado y estas disposiciones regulatorias son afines al pensamiento más moderno y democrático del mundo de las comunicaciones. 

En su art.2 plantea que la actividad realizada por los servicios de comunicación audiovisual se considera una actividad de interés público, de carácter fundamental para el desarrollo sociocultural de la población por el que se exterioriza el derecho humano inalienable de expresar, recibir, difundir e investigar informaciones, ideas y opiniones. 

Este renglón no solo expresa lo escrito, sino que alcanza una mayor dimensión al constituirse en sostén y fundamento del Convenio de la Unesco sobre Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, del cual nuestro país es ratificante. 

Como entiende la literatura más actual, las actividades, los bienes y los servicios culturales poseen naturaleza compleja y variada ya que conforman valía desde componentes culturales, económicos, identitarios y gravitan en el campo de los valores y de las significaciones. Por ende, no deben ni pueden tratarse solamente en función de algún valor comercial. 

Esto es importante recordarlo y, sobre todo, cumplirlo y hacerlo cumplir, en el mundo de las industrias audiovisuales básicamente en la producción y puesta en escena de la programación televisiva en todas sus formas: abierta en sus variantes digital y analógica e incluso en sus formas satelital, vinculación física y codificadas (en general los sistemas por UHF). También lo emitido en redes y microblogging, y es hora de dar certeza legal y regulatoria al streaming y variables que hacen a los derechos de autor en formato digital. 

Las industrias culturales construyen sentidos y simbologías, por su andarivel circulan gran parte de los usos habituales, cotidianos y repetidos de cualquier sociedad y tienen enorme vinculación con el espacio público. 

Cada país tiene su tradición al respecto y nosotros la tenemos con marcada presencia y mejores términos de comparación con la mayoría de los países vecinos en nuestra América cercana e incluso de toda América Latina. Casi 150 años de historia y experiencia nos brindan ese necesario conocimiento para lograr cometidos propuestos. 

Mercados, audiencias, producción, tecnología, digitalización, Estado, privatizaciones, concentración, consumo, convergencia son términos ineludibles al momento de comenzar a interpretar el mundo de las industrias culturales. ¡Vaya si ofrece complicación el intento de dar cierto orden, mejoramiento y mayor dimensión al funcionamiento de este verdadero ecosistema de modelos audiovisuales! 

Se vivió en nuestro suelo etapas expansivas cuya repercusión se manifestaba en grandes audiencias, amplios y dispendiosos mercados y sustantivas capacidades de producción. No es azar ni es casualidad que, datos mediante, esto ocurrió entre 1948/1954 y 2005/2015. 

A eso agregamos en algún tiempo histórico la presencia de la innovación tecnológica que suma desafíos de crecimiento tanto en lo técnico como en la creatividad de los hacedores culturales de los medios audiovisuales. 

Se atravesaron crisis del sector, propias y autogeneradas y también momentos en que las declinaciones económicas del país incidían en la industria más allá de las condiciones en que se encontrara. 

La etapa requiere unidad de concepción y unidad de acción. La cultura, las industrias audiovisuales, los medios de comunicación, los y las trabajadores de todo ese colectivo, los privados con y sin fines de lucro, todos estamos para revitalizar este universo. 

Existen espacios, entre otros, como la Multisectorial Audiovisual, núcleo clave y representativo de la mayoría de profesionales, trabajadoras y trabajadores e idónea/os y vinculada/os a la industria audiovisual. 

Y está el Observatorio Pirca donde académicos, universidades, sindicatos y estudiosos, desarrollan tareas atinentes a la recuperación de la producción audiovisual. 

Se hace imposible hoy avanzar en nuestro cometido sin tomar en cuenta las realidades que hacen a las políticas económicas, a las nuevas tecnologías, a las teorías de la comunicación, a las innovadoras formas que va asumiendo la cultura, a las predisposiciones variables de las audiencias y los consumidores, a los marcos regulatorios. 

Todo este universo hay que abordarlo con amplitud y sin cerrazones ideológicas pero con la firmeza en ciertos principios ontológicos que hacen a nuestra mirada sobre la cultura, la comunicación, el rol de los medios y la industria audiovisual en general como son, entre otros el respeto a los derechos humanos, la valoración de la diversidad cultural e informativa, entender la comunicación como más que un espacio de mercado, alentar la producción regional y la federalización de contenidos, las justas retribuciones por la labor de todos los trabajadores (técnicos, profesionales) del sector y la accesibilidad social, regional y de PcD a todas las expresiones que las industrias culturales desarrollen. 

Sí nos definimos por alentar la mirada de los intereses estatales de áreas de comunicación las cuales, en todo el mundo y mucho en la Argentina, se corrieron durante los años 90 hacia un fuerte perfil de liberalización y generaron un modelo privatizador en medios , pero no lo hacemos desde la mera observación ideológica sino porque estimamos que la plaza mercantil como único dato de valor en la comunicación y la cultura deja de lado conceptos de producción nacional, democracia comunicacional y laboriosidad para argentinos. Dicha liberalización impactó en el centro de gravedad de los medios y corrió lo que era de la sociedad hacia el mercado y cuando más presente surgían los intereses exclusivamente privados de ese mercado más se abandonaban ideas que habían sostenido y engrandecido la producción nacional en casi todos los dominios de las industrias culturales (y acá excedemos lo audiovisual para hablar también de las editoriales y los medios gráficos). 

Hay un nuevo territorio, no invisible pero sí con cierta inmaterialidad cual es el de las colosales redes de información y comunicación que con sus incansables flujos van conformando márgenes, difíciles de ver un en mapa de industrias y producción y expresados en las plataformas digitales algorítmicas, pero que consolidan un poder a tener en cuenta a la hora de perfilar producción y trabajo. Y, desde ya, lo tenemos en cuenta. 

La fortaleza y vitalidad de las industrias culturales se liga a las mejores condiciones macroeconómicas del país en donde se sustente a la actividad, pero también en virtud de desarrollos propios y potencialidades mejoradas mediante legislación, ampliación de mercados y condiciones de funcionamiento. 

Todos contra la grieta, no puede ser solo una consigna, debe ser una acción. 

Por Osvaldo Nemirovsci, exdiputado nacional. El autor señala la necesidad de impulsar modelos de convivencia que eviten consolidar tejidos sociales y políticos de enfrentamiento.

 Preocupan ciertas causalidades históricas fundadas en la palabra. 

Somos los que nuestro lenguaje (escrito, oral, gestual) nos conforma y en ese sentido recuerdo una saga construida alrededor de una frase que va mutando en su sentido, reduce términos y al ir quitando palabras se torna cada vez más dramática, más violenta hasta concluir en una definición criminal, que cimenta contextos de intolerancia absoluta y muestra, certera y con “hechos sagrados” no con opiniones, como lo que empieza en una convicción ideológica, religiosa, política y social de discriminación y animadversión, y desde las palabras, culmina con millones de muertos al deshumanizar a una porción de cada sociedad, 

Y me refiero a una parte de la historia del pueblo judío (como bien dijo el Papa Juan Pablo II “nuestros hermanos mayores en la fe”). La primera frase fue en la Europa de los siglos 14 y 15 “los judíos no pueden vivir como judíos, deben convertirse” y allí se dio en España, Turquía, Italia, Portugal un masivo proceso de conversión judaica al cristianismo y en menor medida al islamismo. Para sobrevivir, “París bien vale una misa”. 

Avanzado el tiempo la frase viró a “los judíos no pueden vivir entre nosotros”, y allí surgen los guetos y allí va de nuevo la sufrida población judía de esos mismos países, convertidos o no, a vivir separadamente, a vivir mal, a vivir sufriendo el aislamiento social y cultural y las limitaciones y prohibiciones políticas y económicas. Luego, entrado el siglo 20 la frase se empequeñece en palabras, pero aumenta su brutalidad simbólica y en solo cinco palabras preanuncia el Holocausto: “Los judíos no pueden vivir”. 

Comenzó con las palabras, finalizó en el averno de la historia. 

Aclaro que es incomparable este ejemplo histórico con lo que hoy ocurre en nuestro país. No hay equiparación alguna ni mido similitudes. Y, es más, se precisaron seiscientos años entre frase y frase. Solo es un modelo fáctico, que ocurrió. Y en ese sentido le hallo alguna pertinencia en traerlo a colación. 

No importa si hoy el tránsito histórico requiere seiscientos años hasta convertir nuestras palabras en hechos delictivos. O si precisa cien o veinte. La experiencia histórica demuestra que esa causalidad existe. 

Entonces, propongamos modelos de convivencia que eviten consolidar tejidos sociales y políticos de feroces enfrentamientos. 

Lo que hoy comienza con monsergas reiteradas en voces mediáticas y políticas que escalan en descalificaciones y agravios y van deshumanizado a las y los sujetos receptores de esas invectivas, es el primer paso para “auto otorgarse derechos en la punición por mano propia”. 

Así pasó en el atentado contra Cristina F. de Kirchner. Años y años de diatribas y asignaciones de culpas y males generan ese contexto destructivo que lleva a que aparezcan vindicadores desconocidos que sienten, en virtud de esa construcción de sentido, “permiso histórico” para actuar. 

La frase más recurrente en las declaraciones de los detenidos por el intento de magnicidio es “hacemos historia” y lo repitieron varios de los implicados. 

Y aclaro, en este caso se dio contra la principal líder del peronismo, pero el forjar contenidos dañosos no es patrimonio exclusivo de algún pensamiento. Hoy fue así y en otro momento o 

mañana puede darse en figuras a las cuales voces políticas, redes y periodísticas le asignan calamidades y en espejo algún nuevo desconocido vengador quiera “hacer historia” sobre alguien a quien le asignan ser “la dictadura” (¿si es la dictadura porque no castigarlo?) o sobre alguien a quien por su posición empresarial de medios se le imputan todos los peores infortunios del pais. 

Entonces, todos tenemos una tarea y es colaborar en alivianar el clima agrietado de la sociedad. 

¿Es regulable desde las normativas ad hoc esta cuestión? En verdad sí. ¿Es conveniente hoy? En verdad no. 

Y de precisar puniciones, existen en nuestra constitución y en los códigos penales y civiles, pautas jurídicas para hacerlo. 

Lo que se hace necesario son dos cuestiones. Una es, que con o sin marcos de judicialidad, la dirigencia política, la militancia en las redes y los medios de comunicación asuman responsabilidades, su propia responsabilidad para que esto no ocurra. Y eso se logra mediante un conspicuo uso de algunos términos y su reemplazo por otros. Con menor carga de calamidades, con menor propensión al desarrollo de contextos que puedan generar violencias. 

Y esa responsabilidad debe asumirse sin cortapisas. En ambos lados políticos y mediáticos de la grieta y en la voz virtual de miles de usuarios de redes que hacen verdaderos festivales del odio. 

Y la otra, ya corresponde a áreas totalmente vinculadas a la política y a lo gubernamental y es el logro de una mayor institucionalidad en las relaciones políticas y en cada gestión estatal. 

Como se da en la mayoría de los países del mundo. Como debe darse en una Nación que está llegando a sus 40 años de vida democrática continuada, y pretende sea para siempre. 

Cada palabra dicha por dirigentes importantes tiene sustantivo peso en la consideración pública. Lo que exponen funcionarios oficiales (ayer, hoy y mañana) pesa un poco más. 

Todos contra la grieta, no puede ser solo una consigna, debe ser una acción. 

Son ideas, son aporte. 

Madurez social y mente abierta para mirar a todos lados 

Por Osvaldo Nemirovsci, exdiputado nacional. El autor llama a apostar a la madurez ante la violencia que “ponen en riesgo personas, bienes y culturas”.

“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve” – Martin Luther King 

Como dicen dos populares refranes: “El tango se baila de a dos” y otro que en su original sentido español y cervantino dice “Dos no riñen, si uno no quiere” 

Colocados en cierto valor actual y político nos muestran que es incorrecto mirar para un solo lado cuando se habla de contextos simbólicos que permiten acciones violentas. 

Pero es mucho más incorrecto afirmar que esos contextos están ausentes a la hora de buscar antecedentes de la violencia de ciertos hechos. 

Y esos antecedentes no son ajenos a opiniones políticas y a verbalizaciones, visualizaciones e incluso ilustraciones, expresadas en el cosmos audiovisual. 

Entonces, no se trata de prohibir opiniones, ni censurar ni limitar las libertades necesarias para la expresión, la difusión de opiniones e ideas y el absoluto derecho de los medios a publicar en sus parámetros periodísticos lo que considera parte de su bagaje editorial e informativo. 

Pero de la misma manera, que esa libertad es inmodificable, políticos y medios, deben asumir la responsabilidad de construcción de contextos que giran en torno a la descalificación, las mentiras, la violencia personal y política y la animadversión permanente. Y eso, ciencia mediante y experiencia histórica verificada, impulsa procederes con palpables conductas “físicamente violentas”. 

No siempre existe esta causalidad, pero existe. 

Hoy hablamos del atentado contra la vicepresidenta y eso hace que se torne relevante lo que tiene que ver con ella y la forma en que se la trató durante años por parte de integrantes del sistema infocomunicacional y de espacios opositores a ella. 

Negar el desarrollo in crescendo de presencias mediáticas que forman relatos culturales y amparan falsedades (aunque no siempre las falsedades componen este insumo, puede haber cierta veracidad informativa que se brinda en formas de incorrección profesional) colisiona con la historia y esa cierta y real relación entre cimentación de narrativas con malversación informativa y alguna consecuencia negativa para el sujeto que es parte de ese tratamiento. 

Y soy claro, la reiteración y abuso en cierta deshumanización de sujetos de crítica, que puede finalizar en agresiones hacia ellos, es algo que al menos merece debatirse en una sociedad. 

Hoy es Cristina, mañana y casi en espejo alguien puede tomar lo dicho durante años y años, desde el engolamiento de una voz oriental, adjudicando todos los males del mundo al más importante y reconocido hombre de medios en Argentina y actuar en consecuencia, creyendo que ante tamaños satanismos adjudicados, su rol vindicativo es sacro. 

Así como hoy alguien creyó que una Bersa era la respuesta a “tantos males” concedidos a la vicepresidenta, mañana puede ser cualquiera. Todos debemos preocuparnos y no está mal el intento de buscar cauces regulatorios, no censurantes, que mejoren el tema. 

Recordemos la importancia del contexto informativo previo al golpe uriburista de 1930 que derrocó al presidente constitucional Hipólito Irigoyen. El cotidiano ataque del diario Crítica (casi 900.000 ventas diarias en una Argentina de 12,8 millones de habitantes – Es el equivalente a que un periódico hoy venda más de 3,3 millones de ejemplares por día) fue sedimentando bases para la concreción de ese hecho delictivo. No es que fuera el pregonar del medio único en validar el golpe, pero sí y sin dudas, una de las partes claves para el desenlace de esa historia. 

Cuando se habla de nazismo (y no comparamos en absoluto dimensiones humanas sino el rol de la extensión de admisiones culturales a lo largo del tiempo) siempre se menciona que el antisemitismo fue la base del Holocausto y que eso se construyó durante añares con el interesado relato de odio y prejuicio contra los judíos. No aparecen en 1933, sino que en Europa y desde antiguo se divulgaron creencias y falsedades sobre la participación judía en la muerte de Jesús y otras afirmaciones discriminatorias que fueron proponiendo y logrando la aceptación de que los judíos eran una suerte de intrusos en las sociedades. El libelo simulado y antisemita “Los protocolos de los Sabios de Sion” con su carga de mentiras y odios fue en el siglo 19 un enorme impulsor de la estigmatización de los judíos. 

Cuando se habla del golpe militar de junio de 1966 es imposible no remitirse al papel jugado en esa ocasión por medios de difusión que abusaban de sus cargas hirientes y descalificatorias para con el presidente Ilia. El ejemplo más notorio fue el del semanario Primera Plana, revista fundada por Jacobo Timerman quien en ese tiempo ya dirigía la revista Confirmado, igual de agraviante en sus formas para con el gobierno. 

Otros fueron los diarios El Mundo y Crónica y la revista Todo de Bernardo Neustadt que también sumó lo suyo al desprestigio del presidente Umberto Illia. 

Todas estas expresiones gráficas contaban con fuerte influencia en el “círculo rojo” de ese tiempo y con masividad popular (Primera Plana llegó a ser la revista de noticias de mayor circulación no sólo en la Argentina sino también en Sudamérica). Eso les permitía introducir velozmente sus conceptos travestidos como noticias en el tejido social y esos temas ganaban rápidamente el sentido común de la calle. 

Tal fue la desmedida presencia de esos medios que hasta un connotado radical como Carlos Alconada Aramburú (ministro de Justicia en esa fecha) denunció penalmente a Primera Plano y Confirmado bajo la acusación de participar en la “creación de un clima psicológico propicio” para un derrocamiento militar de un gobierno electo. 

Y, para la culminación del reconocimiento de lo nocivo que el “poder mediático” jugó en esos días, periodistas, directores y jefes de redacción de Confirmado y Primera Plana realizaron 30 años después una fuerte autocrítica sobre su participación en esa deslegitimadora forma de hacer periodismo. 

Estos ejemplos de la historia, salvando distancias, hablan de la importancia de esas relaciones que se forjan entre medios y público. Y aclaro que cuando menciono medios, lo hago con la cabeza bien abierta y los ojos atentos mirando para todos lados. 

Y reitero, no siempre se dan condiciones de causalidad. El mensaje político de los medios “puede tomarse o rechazarse” (Escuela de Birmingham dixit) pero que sedimenta valores en mucha gente, es innegable. 

En definitiva, hagamos una apuesta de madurez social ante la violencia, los odios y sus manifestaciones concretas que ponen en riesgo personas, bienes y culturas. 

Hoy es Cristina, pero recordemos… “No preguntes por quién doblan las campanas, están doblando por ti”- Ernest Hemingway 

El capitalismo de red debe someterse a normas inteligentes y factibles 

Por Osvaldo Mario Nemirovsci, exdiputado nacional. El autor señala que, a pesar del momento crítico que atraviesa nuestro país, el Estado debe equilibrar poder con las grandes plataformas digitales/algorítmicas.

Desde hace casi veinte años, sostengo la opinión acerca que los Estados nacionales debe equilibrar poder con las grandes plataformas digitales/algorítmicas. 

Siento, al ver que la cuestión cobró importancia y privilegio en las opiniones de políticos, gobernantes y periodistas, cierta satisfacción en haber planteado el tema, cuando éste era poco conocido. 

Un primer cosquilleo de agrado lo tuve, hace tiempo, cuando los Ceos de GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) fueron interpelados por el Congreso de EEUU y se vieron nerviosos, vacilantes y con respuestas dudosas sobre su condición de dominantes y casi monopólicos en espacios de la economía virtual y la real. 

Hoy, en el mundo, avanzan acciones regulatorias importantes para que ese equilibrio, entre sociedades democráticas expresadas en sus Estados y los negocios del algoritmo, sea posible y los países no se vean sometidos a la presión del inmenso poder de los GAFA. 

Gran cantidad de países y sobre todo los de la Unión Europea ponen en debate desde lo normativo y lo político al mundo digital y a la IA/Inteligencia artificial. 

En 2016 China propuso un documento que hablaba de la necesidad de “regulación global” en el tema. En EEUU existe desde 2019 impulsada por el gobierno una “Guía para la Regulación de las Aplicaciones de la Inteligencia Artificial” 

La regulación en este campo se considera imprescindible para que prospere con moderación, pero también para proteger ciudadanos de sus riesgos vinculados ya que no son escasas las preocupaciones que surgen en cuanto a la calidad, la transparencia y la ética en los usos digitales y del algoritmo. 

Desde 2016 la canadiense Joy Buolmwini (becaria de Rhodes, Fullbright, Stamps, Astronaut y la del Instituto Anita Borg) brega con su Liga de Justicia Algorítmica en el desafío de confrontar al software en su carácter de decisor artificial. 

No se puede dejar librado al mercado y sus intereses privados, ni la transparencia algorítmica (conocer las entradas al algoritmo y su uso, sin juzgar la justicia del mismo) ni la responsabilidad algorítmica (quienes usan algoritmos deben ser responsables de las decisiones tomadas por la IA, aunque esto sea elaborado por una máquina). Sutiles diferencias que deben, ambas, ser objeto de regulación pública. 

Va terminando una época en que la tecnología, más veloz en su desarrollo que el derecho, vivía un inviable e irresponsable “laissez faire, laissez passer” (dejar hacer, dejar pasar). 

Vienen regulaciones y legislaciones atinentes. Necesarias. Que no se sostienen en censuras ni burda presencia estatal, sino en claras y democráticas armonías y que deben buscar sinergia creativa y positiva con los sectores privados del universo digital. 

El capitalismo de red, al igual que todas las formas de este sistema económico y social, también deberá limitar su accionar mediante la aplicación de normas inteligentes y factibles. 

Argentina, sus instituciones, tal vez ocupada en asuntos de urgencia y de dramática cotidianeidad no avanza en el sentido que muchos países del mundo lo hacen respecto a crear espacios de gobierno que se ocupen del tema. “Lo mejor es enemigo de lo bueno” dice la veteranía popular. 

No veo porque no unir “lo mejor con lo bueno” y que nuestro país dedique esfuerzo humano, económico y estratégico a poner en valor un sistema legal y regulatorio moderno para los usos de lo digital, la inteligencia artificial, la comunicación cuántica y la comercialización de usos sostenidos en algoritmos. 

Se debe hacer. 

Se puede hacer. 

De frases, justicia, populismo y opiniones 

Por Osvaldo Nemirovsci, exdiputado nacional. Tras las declaraciones de Rosenkrantz desde Chile, el autor cuestiona la capacidad del juez de la Corte para ocupar ese cargo.

Dijo Carlos Rosenkrantz, juez de la Corte Suprema argentina: “Una afirmación muy insistente en mi país, que yo veo como un síntoma innegable de fe populista, según la cual, detrás cada necesidad, siempre debe haber un derecho. No puede haber un derecho detrás de cada necesidad, sencillamente, porque no hay suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades” 

Me gustaría, sin violencias lingüísticas ni acusaciones tremendistas, dar cierta mirada crítica a esta frase dicha por el miembro de la Corte. Aclarando en un primer punto que no es correcto llamar “fe populista” a la ya famosa frase de Evita “donde hay una necesidad nace un derecho“, que se vincula a una legendaria locución que en 1918 contenía el Manifiesto Liminar de la Reforma universitaria y que algunos asignan a la pluma de Deodoro Roca y era “los dolores que nos quedan, son las libertades que nos faltan”. (locución usada regularmente por la UCR). 

Parecidas en su sentido, fuertes en su concepción y vitales como consignas políticas. 

Y tienen, ambas frases un fuerte sentido de justicia anhelada, que un abogado y más si es juez supremo, no puede ignorar como fuente del derecho. 

Y la justicia tiene una necesariedad de equidad. Esa es su base para sustentar el concepto de justicia. Y esa equidad bien puede reflejarse en una indisoluble relación entre “necesidades y derechos” y entre “dolores y libertades”. Y tomando a Aristóteles, en su acreditada Ética a Nicómaco afirma que “la virtud de la justicia consiste en practicar lo que es justo y a querer lo justo” y por las dudas, que miles de año después aparezca un Rosenkrantz, agrega “se llama justo a lo que preserva la felicidad”. 

Pero para no ir tan lejos, el más afamado pensador en términos de justicia, John Rawls a quien ningún cortesano supremo deja de conocer, de mencionar y de sentirse seguidor dice que “los principios de justicia pueden contar con una validez universal el incondicional”. Y tomando la frase de Evita vemos que hay una clara concepción de justicia al pretender que las necesidades se resuelvan mediante un derecho que ampare esa injusticia y el término “incondicional” de cuño rawlsiano, pone en ridículo el cálculo mercantil de Rosencrantz y su mirada contable cuando dice que no hay “suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades”. 

Pero Rawls, sostenedor en su teoría de la Justicia como Equidad, va más allá y utiliza un argumento heurístico en favor de reunir los principios de igualdad y libertad a través precisamente de esa idea de justicia como equidad. 

Es decir, la frase de Evita contiene todos los factores filosóficos, reales, históricos y jurídicos que le dan categoría de correcta solicitud plena en juridicidad y sentido de justicia. No sé a qué se refiere el juez con “fe populista” y, es más, ni siquiera lo considero algo insultante en sí mismo, sí desde donde él lo dice, pero el enunciado peronista es más un compendio de derecho positivo que una simple consigna política. 

Y Rosenkrantz es un jurista, o debiera serlo. 

A sus palabras le corresponde tener la altura de la jerarquía que ocupa en uno de los tres poderes del Estado. No es un ministro de economía haciendo números y repitiendo que “lo que entra se debita y lo que sale se acredita” (¡) es alguien que administra el servicio judicial y de su racionalidad e inteligencia derivan libertades, penas, soluciones y castigos. 

Su calma intelectual debe tener un permanente equilibrio. Él debe tener un firme equilibrio. 

Y suponiendo que todo lo que cuento respecto al valor de la frase de Evita desde las ciencias sociales y los sentidos más arraigados de Justicia en el pensamiento científico, fueran poco convincentes, no me digan que “donde hay una necesidad nace un derecho” no es un lujoso compendio de sentido social, una frase adornada con la brillantez de lo simple y profundo y casi un programa de gobierno. 

Ese es el sentido que hay que darle. 

Rosenkrantz con su postura muestra que se equivoca. Y nos abre un terrible interrogante sobre si también, al cometer errores en algo tan fácil de interpretar con una simple apelación a la comprensión de textos, no podrá equivocarse en algo mucho más complicado, como los fallos que lo tienen como decisor. 

¡Yo te daré, te daré una cosa, una cosa que empieza con B…Bitcoin! (o Blockchain) 

Por Osvaldo Mario Nemirovsci, exdiputado nacional. El autor analiza el impacto que generan las nuevas tecnologías de almacenamiento e intercambio.

Vamos por tiempos. 

En el comienzo de los años 90, Tim Berners-Lee crea la Web, la primigenia y original. Comienza la genética de la masividad en Internet. Es como el fin de ciclo para aquellas nostalgias de la guerra frías basadas en el Arpanet defensivo de EEUU ante un posible ataque marciano o comunista. Aunque lo escribo con cierta sorna, no descarto que ambas contingencias estaban contempladas en las primeras experiencias de conectar computadoras para superar un posible corte en las comunicaciones tradicionales en caso que el ejército rojo o las tropas de Marte llegaran a Manhattan. ¡Así eran los años 50!  

Esta Web reproducía en cierto modo las formas habituales de la relación medios-audiencias y entonces el mensaje en forma de contenidos tenía la defección de la vieja “aguja hipodérmica” y pocos sitios de la red se vinculaban con muchos usuarios en condición de receptores pasivos. Cuando la Web 2.0 (nombre dado por Darcy Di Nucci cerca de 1999 pero ultra popularizado por Dale Dougherty y Tim O´Reilly un lustro después) asegura la interoperabilidad entre sitios web y estos pueden compartir información, comienza la etapa con cierta democracia de uso para Internet. Ya la red deja de ser algo parecido a un medio unidireccional y muta al sentido de plataforma con trabajos colaborativos. Ahí aparecen muchas de las actuales aplicaciones, las redes sociales, los blogs, las comunidades web y los mashup que es lo que permite, saliendo de algún contenido original, hacerle agregados que trasformen ese dato en otro, con cierto mayor valor. 

Bueno, ahí estamos. En la Web 2 y su poderío indetenible. Es la Web “social” y todos caemos en su seducción de interactuar, crear, vincular. De pronto el mundo se empequeñece y las distancias se acortan tanto como lo que hay entre una mano y un teclado. (Poética definición, propia, de la Web2). 

Hay un periodista norteamericano, Mark Briggs, que casi podría ser peronista ya que define a la Web 2.0 como que “se trata de apertura, organización y comunidad”. Briggs agrega que “la apertura, la organización y la comunidad se complementan, en la Web 2.0, uno al otro con el objetivo de llevar al usuario lo que necesita” (“Periodismo 2.0- Una guía de alfabetización digital- Para sobrevivir y prosperar en la era de la información”). 

El tiempo avanza y llega la Web 3.0, término que aparece por primera vez en 2006 en un artículo de Jeffrey Zeldman, crítico de la Web 2.0 y que explica que la WEB 3 debe “entretener al usuario, probar todo en el sitio web incluso las suposiciones, involucrar a la comunidad, priorizar los contenidos y que ese contenido llegue a todos sin importar el dispositivo”. 

La WEB 3, que es la tercera generación de servicios de Internet para páginas Web, es una red descentralizada que accede a operar sistemas de cómputo motorizada por una tecnología llamada Blockchain (¡y ahí estamos llegando al meollo!) que se arma desde bloques y cadenas de datos. 

Blockchain es un tipo de libro mayor (¡escribanos atentos!) que se comparte y que es inmutable. Permite registrar transacciones y hace seguimientos de activos. Estos pueden ser tangibles o intangibles. Desde un auto o dinero hasta patentes y derechos de autor) Vamos Blockchain ¡Estás en todo! 

De hecho, cualquier cosa con valor puede ser rastreada en una red de Blockchain con lo que se reducen riesgos y costos. Algo así como convenios, acuerdos o contratos inteligentes introducidos en una Blockchain que, al ser vigilada por todos, puede resultar inviolable. 

Así como el tiempo es valor, la información celera es más valiosa todavía y ahí cotiza bien Blockchain ya que proporciona datos en forma inmediata y los comparte y son transparentes al estar almacenados en ese libro mayor que hablamos antes y su distribución es inalterable. 

Entonces sumamos dos más dos y nos da cuatro. O algo más cuando vinculamos la WEB 3 con Blockchain ya que ésta vuelca en esta cadena de datos la posibilidad de evitar intermediaciones y hasta se puede soñar con una web más democrática. 

Y esta combinación, su cadena transparente y su “inscripción en el libro mayor” (como si fuera una escribanía fedataria muy confiable) hace que los criptoactivos sean su mejor “cliente”. Criptomonedas como Bitcoin y Ethereum ahí están. 

Si bien hay quienes critican que el uso de toda esta tecnología solo es patrimonio de minorías o élites financieras, lo cierto es que no existe límite legal para que cualquier la utilice. Y si los Estados alientan e impulsan la popularización del método y la accesibilidad a los instrumentos tecnológicos, bien podemos avizorar un futuro masivo y democrático en el uso de WEB 3 y Blockchain. Y eso proponemos algunos. Alentar, estimular, invertir desde la educación y la formación de jóvenes en todos sus niveles pedagógicos para que estos temas salgan del cenáculo y sean patrimonio cultural masivo. Aprender a programar y conocer el mundo “compu”, como dato escolar oficial, es el guardapolvo blanco de la ley 1420, ya que es lo que democratiza y unifica a todos los alumnos en lo social y en el conocimiento y su potencial futuro. 

Y ya que estamos, hablemos brevemente del Metaverso, que es un original concepto (que amplía el de Universo. Sepamos que Uni del griego es único y Meta es mas allá). Y este Metaverso aparece como intento de ahondar en lo que se llama realidad virtual. Buscar el más allá de esa idea. Se trata de una interactividad aumentada y de mejorar la operabilidad entre usuarios de redes para llegar a ciertas experiencias digitales de nuevo tipo, integrales y…” ¡Dios sabrá qué otras cosas se pueden ver en ese Metaverso…! 

Y es ahí en el Metaverso donde también las Criptomonedas (Bitcoin y otras) protagonizan formas de intercambio y prestan seguridad en las plataformas. O sea que no solo se puede invertir en criptoactivos en el mundo real (compras un Bitcoin y te sentás a esperar que aumente) sino que en el Metaverso es valor de cambio y comercio. 

En definitiva, Blockchain, Bitcoin, Metaverso… un solo corazón. 

“Redes para el bien común” es una correcta medida del gobierno argentino  

Por Osvaldo Nemirovsci. El exdiputado nacional advierte la necesidad de regular la presencia de las grandes empresas digitales en el país.

Su confusa presentación permitió que en las agrietadas mentes opositoras se valore la forma y no el contenido. Como hacen muy a menudo, ven el árbol y no el bosque.  

Cuando un funcionario de primer nivel no encuentra las palabras justas para explicar un tema, provoca varios inconvenientes para con el gobierno que representa. Por un lado, genera confusión sobre la cuestión que trata y por otra parte permite que las críticas, muchas con mala intención e interesadas, caigan sobre una correcta decisión.  

Así fue el asunto de la presentación de “Redes para el bien común”, un atinado impulso del gobierno nacional para fijar acuerdos con los sectores privados, públicos, académicos, mediáticos que entienden en lo que fuere creación y circulación de todo tipo de información en Internet.  

Esta búsqueda lógica de “buenas prácticas en las redes” no es más que cumplir con protocolos que siguen muchos países que son signatarios, al igual que Argentina del Pacto por la Información y la Democracia del año 2011. Entre otras naciones, participan Gran Bretaña, Bélgica, Alemania, Canadá, Chile, Uruguay, Francia y España.  

Destaco que no se plantean intervenciones ni regulaciones sobre contenidos. No existe posibilidad alguna de censura ni se trata de afectar, en lo mínimo, la libertad de expresión.  

Claro, al no explicarse bien, todas estas condiciones negativas para la vida democrática, surge en las agrietadas mentes opositoras el oportunismo de hacer su juego de críticas.  

Destaco que esto es una buena iniciativa, en nada exclusiva de Argentina, para que los Estados nacionales puedan tomar parte en problemas derivados de posiciones dominantes e indebidas de las empresas digitales/algorítmicas y que no pasa por limitar derechos a todo tipo de pensamiento y expresión sino, por el contrario, asegurar mejores derechos para los usuarios de redes, como por ejemplo que sus datos no sean utilizados con fines comerciales, políticos, electorales sin la debida información y permiso de los involucrados, asimismo como sumar masa crítica para evitar que los fuertes negocios de las empresas digitales dominen de forma absoluta esos mismos mercados digitales.  

Las experiencias y antecedentes del traslado de más de 70 millones de datos entre Facebook y Cambridge Analytica, realizado en forma ilegal y con utilización en las elecciones de EEUU y de Gran Bretaña/Brexit, nos ponen en alerta y en necesidad de resguardar los derechos personalísimos.  

Y sumamos la acosadora presencia del algoritmo antes nuestras participaciones en redes para la oferta comercial, de todo tipo.  

Y si bien las plataformas poseen instrumentos moderadores propios, muchas veces estos caen en la censura cierta, sin participación de ningún Estado, al usar Inteligencia Artificial y no humana en la consideración de que es válido como contenido y que puede no serlo, llevando esto a suspensiones arbitrarias de cuentas, bloqueos y eliminación de contenidos.  

Nunca una empresa tendrá mayores garantías de libertad de información y publicación que los Estados nacionales sustentados en gobiernos constitucionales y democráticos.  

Un ejemplo, más allá de nuestra posición ante la invasión rusa en Ucrania: Meta, o sea Facebook, se abrogó por su cuenta cambiar en forma provisoria las normas que rigen su moderación, para autorizar “mensajes de odio” (que siempre se bloquean) y “violentos” contra Rusia y Putin. E  

incluso, en un peligroso paso, Meta no elimina publicaciones que desean la muerte del presidente ruso, y lo hace extensivo (¡autorizar el deseo de muerte!) a Alexander Lukashenko, presidente de Belarus.  

Para mostrar con datos las asimetrías de poder entre los enormes conglomerados comerciales algorítmicos y las a veces limitaciones regulatorias de los gobiernos veamos que la propia UE que tiene una establecida norma antimonopólica y regulatoria sobre privacidad de datos y el uso de IA, acaba de decir que eso no es suficiente para “contener” a las Grandes Tecnológicas /BigTechs, la IA aplicada en Twitter y Facebook, ordenó por su cuenta que, durante un episodio de conflicto entre Israel y Hamas, se eliminara de sus comentarios recibidos, millones de posteos palestinos, en Europa se buscan normas comunitarias sobre redes para impedir que sean las empresas mismas quienes actúen como “gatekeeper”(algo así como custodios de acceso) en sus plataformas.  

Y como nota no tan color que habla del poder de las grandes tecnológicas digamos que esas empresas siguen agrandando su poder mediante la compra de más y más empresas.  

Veamos que Microsoft adquirió este año, con la mayor transacción de la historia, la empresa de Videojuegos Activisión, en casi 70 mil millones de dólares(¡), Google compró un negocio de ciberseguridad, Mandiant en más de 5.500 millones U$S y FitBit por 2.100 millones y la frutilla de la torta la puso Amazon que se quedó con los estudios MGM, la legendaria Metro Goldwyin Mayer por 7.500 millones, y agregó a su haber y control 56.000 títulos audiovisuales (esto deja a la famosa Netflix bastante rezagada) lo que le da un lugar de hegemonía y excesiva concentración de oferta de contenidos audiovisuales para Internet.  

Si bien la UE autorizó esta última compra y no considera que se afecte intereses de competidores e incluso no considera que Amazon tenga posición dominante, la organización que nuclea a los trabajadores de la comunicación de EEUU, la CWA se pronunció en contra desde la Strategic Organizing Center/SOC afirmando que a partir de ahora se reduce la competencia en todos los mercados de emisión por video, afectando esto tarifas para consumidores por video a pedido y para usuarios comunes.  

Dicho todo esto, miremos ¡si no es necesario cierta presencia estatal en lo que regula la presencia de las grandes empresas digitales/algorítmicas en cada país!  

Hace más de 10 años, algunos venimos hablando del tema, antes que la UE y muchos países entendieran su importancia.  

Bienvenidas las “buenas prácticas”, bienvenidas las oportunas y positivas medidas mediante políticas públicas no invasivas ni que imponen ni compelen, pero sí atentas a la defensa de los pactos democráticos de las sociedades y el imperio de todas las libertades amparadas en el Art.13 del Pacto de San José de Costa Rica.  

Lo importante de las Redes para el Bien común, en Argentina, es todo esto y no la forma en que lo dijo algún funcionario. 

Responsabilidad y convicción: dos valores en juego 

Por Osvaldo Mario Nemirovsci. El exdiputado nacional pone en debate las virtudes requeridas para un correcto ejercicio de la función pública.

Momento propicio para debatir la tan famosa dicotomía weberiana entre las éticas responsables y las éticas de las convicciones. Ciertas actitudes de importantes dirigentes políticos y de gestión, motivaron opiniones sobre el tema. 

En principio veamos a Max Weber y sus aportes sobre el tema. El lúcido pensador alemán creía que era lógico vivir con pasión la actividad política: “el político necesita pasión para luchas por sus principios”. Y entendía que esa pasión y la defensa de sus valores permitía crear cierto modelo social que tenga como fin la mejora de la sociedad. O sea que aún en virtud de sensibilidades como la pasión, todo político tiene un objetivo que es “servir a los fines de la comunidad”, en una clara actitud de positiva prestación. 

Max Weber habla sobre estos temas en su famosa conferencia “La política como profesión” que algunos toman como “La política como vocación” (en alemán, Politik als Beruf) dada el 28 de enero de 1919 en el Kunstsaal Steinicke, de la ciudad de Múnich 

Weber plantea que la pasión tiene un límite, no basta en sí misma y debe equilibrarse con la “responsabilidad que permita valorar los actos, ponderar sus consecuencias y decidir entre las distintas opciones que plantea la realidad” 

No es casual el uso del término “realidad” ya que a él remite el pensador alemán la ratio última en la toma de decisiones. Tal vez de esta premisa tomó un sabio general argentino aquello de que “la única verdad es la realidad”. 

Esto significa un complejo momento de cualquier vida política y es la de conocer un axioma siempre vigente para guiar conductas públicas y es la de que no siempre se puede hacer lo que se quiere. Y en esa imposición negativa cabe que colisionen principios propios con aspiraciones e intereses ajenos, masivos, comunitarios, sociales. Y a todas luces, aparecen como más importantes estos segundos, desde lo cuantitativo que se convierte en cualitativo, sobre los deseos individuales. 

Algunos plantean una suerte de conflicto entre moral como valor de las convicciones y cierto valor instrumental como dato de responsabilidades. 

Probablemente ver en forma sesgada y absoluta esta dicotomía no ayude a dilucidar correctas acciones. Así como el coste moral rodea gran parte de las conductas humanas, tanto para respetarlo como para ignorarlo, el ánimo de las responsabilidades cubre el inmenso territorio de las obligaciones de gestión pública. La necesaria racionalidad política e institucional debe colaborar en la búsqueda de ese equilibrio entra lo moral como subjetividad propia y la acción necesaria objetiva como respuesta a terceros. 

Destacamos que Max Weber no fue solamente un analista social, un sociólogo teórico y un intelectual de Torre de Marfil, sino que fue un político que postuló candidaturas por el DDP (Partido Democrático Alemán) y que asesoró durante la Asamblea Constituyente que fundó la República de Weimar en 1919 y fungió como delegado nacional en las discusiones de Versalles sobre las condiciones de paz para Alemania luego de la PGM. Y fue uno de los más enjundiosos investigadores sobre la llamada modernidad de aquellos años y como la razón tenía su lugar dentro de ese concepto. 

Ni pragmatismo oportunista ni cerrazón ideológica. Como explica Weber “Responsabilidad y «convicción son los dos extremos entre los que oscila la acción moral y la política y si bien ambas son irremediablemente opuestas, no obstante, se necesitan. 

La función pública requiere calidades, no siempre halladas en quienes ejercen cargos, que acoplen la virtud de su convicción con la necesaria responsabilidad hacia quienes son sus mandantes. Y en caso de irresolución de ese dilema, debe primar siempre lo que se denomina la ética de las responsabilidades, ya que la principal meta de todo servidor público en niveles jerárquicos es la de satisfacer demandas ajenas y no dar cumplimiento a lo que considera sus principios. 

Vemos dos ejemplos de estos últimos tiempos: 

Cuando un diputado renuncia a una alta gradación como presidir el bloque mayoritario, no nos confundamos, está haciendo gala de honrar responsabilidades, más allá de lo que luego diga o vote y esas acciones conlleven otras calificaciones. 

Al dejar un puesto de tamaña importancia, “sacrifica” ese dividendo político de alta cotización en aras de no entorpecer desde la utilización de tan elevado rango la marcha de una medida impulsada por el gobierno del cual es parte (el acuerdo con el FMI, no es motivo de esta nota opinar sobre las calidades de este proyecto, sino sobre las actitudes que motiva). 

Y un caso claro de falta de responsabilidad y de ligarse en forma individual y con cierta alta cuota de insensatez, a supuestas convicciones, es el caso de un vicepresidente del más importante banco público de Argentina, Banco Nación, que hace esfuerzos ingentes para entorpecer una medida que impulsa el gobierno, no solo al cual pertenece sino, y a diferencia del caso anterior, le debe el cargo. 

Y en ese camino de ponerse enfrente, no se le ocurre renunciar. 

Política digital, una realidad de nuestro tiempo

Por Osvaldo Nemirovsci*. Las redes y sus aplicaciones, las plataformas y el uso de las TICs permiten a la vida política y sobre todo a los candidatos la oportunidad de relacionarse con potenciales multitudes.

La política, y sus actividades, constituyen un espacio integral. Y esto comprende la necesaria presencialidad, contacto físico y cercanía, pero sin descuidar ni dejar de practicar las relaciones surgidas del uso de las nuevas tecnologías.

Hay una militancia digital que ocupa, cada vez más lugares de preminencia y que es indispensable como parte de la relación entre liderazgos y bases y entre mensajes con bidireccionalidad y sus emisores de ida y vuelta.

La tecnología goza de la inmediatez de las estructuras digitales que es un valor demandado para una mejor actuación política.

Unir en una práctica política, democracia, tecnología e inteligencia artificial ayuda a mejorar todas las condiciones de vinculación entre los polos de la vida política.

No es el único camino, pero a la espera de que aparezcan mejores ofertas, la militancia digital colabora en vincular las necesidades de la democracia participativa con los ritmos electorales y con respuestas veloces a ciertas demandas populares de reciprocidad entre dirigencia, institucionalidad y sociedad.

En nuestro país partimos de alguna infraestructura consolidada ya que existen teléfonos inteligentes, plataformas de redes sociales ampliamente aceptadas, chips veloces, banda ancha con cierta instalación, cableados, ductos, fibra óptica y una cultura del uso de Internet y la computación que goza de enorme asentimiento popular.

Un detalle importante es que la mayor cantidad de ciudadanos cuenten con sus herramientas necesarias para ser parte de esa vinculación tecnológica. Por eso la lucha contra la brecha digital (que sigue siendo una brecha social) es impostergable. Cuantas más personas estén conectadas, mejor funciona la política digital y es más permeable a democratizar sus experiencias.

Lo digital puede construir esas aspiracionales plazas públicas (las ágoras virtuales) que democratizan opiniones masivas en tiempo real, encuestan posiciones, hacen conocer demandas y en muchos países van consolidando la confianza en votaciones y decisiones importantes.

En todo el mundo hay varias generaciones que son nativos digitales y ya no son los niños de ayer nomás. Todos los que andan en la treintena de años nacieron y se criaron en la utilización y uso y costumbre de herramientas digitales y asumen con relativa facilidad ciertas complicaciones tecnológicas para otras generaciones mayores.

Pero también esos mayores, que son los migrantes digitales, van asumiendo cada vez más el manejo y uso de servicios relacionados con la tecnología.

Delivery, compras en línea, hacer video llamadas, manejo de su prepaga y obra social, usar agendas digitales, pedir transportes por el teléfono, pagar impuestos por la PC, manejar cuentas bancarias por home banking son acciones hoy asumidas por la mayoría de las personas y no patrimonio exclusivo de los más jóvenes.

La importancia de las plataformas algorítmicas en el proceso electoral argentino debe comenzar a analizarse desde un aspecto cuantitativo como es la cantidad de usuarios en red, para las principales concurrencias digitales que hay en el país.

Según informes constatados para 2021 por diversas fuentes de información como: GWI, Statista, App Annie, The ITU en Argentina y hablando de públicos potenciales hay 36 millones de “internautas” (sobre una población de 44 millones de habitantes) los que participan en redes con porcentajes que van desde más del 90% que utiliza You Tube, WhatsApp y Facebook, mas del 60% que entra regularmente a Instagram y Twitter hasta los usuarios de Pinterest, LinkedIn y Tik Tok en menores escalas. No figuran los datos sobre Snapchat, pero se estima en más de 2 millones la potencial audiencia publicitaria de esta red.

Los argentinos usamos redes sociales en un promedio de 3 horas y 11 minuto diarios.

El porcentaje actual de personas que utilizan las redes sociales es del 50,64% de la población total del mundo.

Es necesario mejorar regulaciones y legislación que hagan al resguardo de las privacidades, mediante protocolos estrictos de seguridad. Al tiempo que deben generarse modelos de confianza en la utilización de todos los instrumentos de comunicación ya que es clave la transparencia y una correcta trazabilidad de lo que se intercambia.

Las redes y sus aplicaciones, las plataformas y el uso de las TICs permiten a la vida política y sobre todo a los candidatos la oportunidad de relacionarse con potenciales multitudes. El especialista cubano Martín Oller Alonso describe bien cuando dice que “el espacio público se reparte den dos polos definidos como un espacio concreto, estos de delimitan por la ciudad, (como expresión física de la presencialidad en las acciones políticas) y por un espacio abstracto que se dimensiona en las redes”. Entonces vemos que en lo físico se aprecian movilizaciones políticas y en las redes las neomanifestaciones. La calle tiene límites de masividad y las redes ofrecen una valoración cuantitativa de casi ilimitada magnitud. El término “neomanifestaciones” nos parece útil para mostrar posibilidades de extrema masividad y donde miles o millones de personas participan en un mismo evento en virtud de estar conectados en plataformas y pueden sostener, apoyar y alentar posiciones políticas o candidatos.

Estudios de espacios académicos, entre otros la Escuela Politécnica Federal de Zúrich ponen en valor la eficacia de esa práctica de promoción electoral microsegmentada que permitió usar los datos de Facebook y concluye que esa variable pudo arrimar un 10% más de votos a Donald Trump en las elecciones donde resultó electo presidente de EUA.

Situaciones con similitud ocurrieron en la campaña del Brexit en Gran Bretaña y en las elecciones brasileñas de 2018.

En el Reino Unido las noticias falsas y la actividad de Cambridge Analytica que utilizó en forma ilegal datos obtenidos de Facebook crearon cierto clima favorable a la posición separatista, y en una elección tan reñida que se definió por menos del 2% de diferencia, cualquier forma de apoyo tiene su valía.

En Brasil el triunfo de Bolsonaro se asentó, en la segunda vuelta, en una impactante y fuerte presencia en las redes sociales y en el uso, pletórico de inmoralidad, de noticias falsas distribuidas, en este caso, por WhatsApp que no es una plataforma del tipo de red social, pero es comunicativa y en el caso de Brasil era usada por más de 100 millones de usuarios.

Obviamente esto tiene sus inconvenientes nacidos de prácticas desleales, ilegales y corruptas en el manejo de las campañas electorales (¡nada de esto ausente o desconocido para el mundo analógico!)

ONG Freedom House presentó un informe en 2017 sobre Libertad en la Red donde denunciaba que en 18 países se vivieron anomalías electorales por la proliferación de falsedades ubicadas en las redes.

Aclaro, que en mi opinión, ninguno de estos resultados electorales se puede definir solamente por la influencia o el uso ilegitimo e ilegal de las plataformas digitales. Probablemente haya habido ventajas derivadas del mejor uso inteligente de estos instrumentos de comunicación y vinculación social, pero en las tres elecciones las condiciones políticas, culturales y sociales apuntaban para el resultado que se dio. Aún en el caso de la poca diferencia de votos que hubo en el Brexit. Ante esto, la influencia de las redes solo terminó de consolidar un rumbo marcado por la realidad política.

Todas estas posibilidades de influencia de las redes en las elecciones no deben dejar de mirarse desde un estado de desencantamiento con la vida política y de poca credibilidad en los medios tradicionales. Ambas cuestiones provocan firme amplificación de las redes y su potencialidad de mentiras.

Esta indudable presencia del mundo algorítmico y digital en el espacio público va dando contorno a una realidad cultural novedosa y que debe ser objeto de investigación y estudio desde las ciencias sociales y de regulación y actitud legislativa desde lo institucional. 

* Diputado nacional (MC) PJ Río Negro

Debates para ir poniendo en agenda: ética, derecho y cultura ante la original otredad de las “maquinas”

Por Osvaldo Nemirovsci. El exdiputado nacional señala la necesidad de repensar las relaciones de producción en la Argentina.

Criticar o denunciar al capitalismo en sí mismo o como manera global de ordenar la economía planetaria, puede pasar a ser una consigna política de segundo, o tercer orden.  

Podemos ya hablar del capitalismo del conocimiento o capitalismo de la Inteligencia Artificial o capitalismo algorítmico, o de los tres juntos e incluso de los tres confrontando porciones de rentabilidad y poder. Incluso en estas variables puede ubicarse hasta otra categoría donde el ser humano queda relegado en la importancia de la tecnología, de la máquina.  

Hay ciertos posicionamientos científicos como el de los neurocientíficos franceses Jean-Pierre Changeux y Stanilas Dehane (éste último desarrolló modelos computacionales de conciencia) y el israelí Yuval Harari que incursionan con precisos datos sobre las posibilidades de un mundo donde convivan humanos y “máquinas” (androides, Cybergs) en paz…o no tanto.  

Existen estudios sobre robótica humanoide y ya empresas del rubro como Softbank Robotics y Hanson Robotics desarrollaron “maquinas” con habilidades sorprendentes.  

La subjetividad ya dejará de ser patrimonio exclusivo del sapien moderno. Aquella construcción de su propia subjetividad lograda hace cientos de miles de años cuando comenzó a incorporar proteínas a su cuerpo y diagramar nuevas potencias y funciones al cerebro llegó a su fin. La máquina, alimentada por datos e ingentes estudios de biología desarrollará ciertas subjetividades para competir, y esperemos que no para confrontar, con las de los humanos.  

En virtud de esta posibilidad es necesario, a la par de avanzar en regulaciones sobre cada uno de los espacios que la tecnología incorpora a los usos y prácticas sociales, en cierta “coincidencia ética” sobre las formas, utilizaciones, aplicaciones, investigación e incluso comercializaciones de la Inteligencia Artificial.  

La subjetividad de la máquina puede ser una realidad, y puede complicar a los humanos de no poder interpretar y ser dominante de esa funcionalidad y que la misma quede solo al arbitrio decisional de un instrumento tecnológico, un robot, por ejemplo.  

Tengamos en cuenta que el avance de las redes neuronales artificiales se basa en una recreación de formas, estructuras y “culturas” con similitud a la de las redes biológicas.  

Confrontar con inteligencias diversas ha sido común en nuestra especie. Pero hacerlo con paridad en esa confrontación ya es algo más novedoso y peligroso.  

La rebelión de “hombres mecánicos” como hemos visto en muchas películas, no es algo tan lejano en el futuro de la humanidad. Tampoco es seguro que ocurra. Pero dados todos los elementos para que pueda acaecer algo de similar naturaleza, no es ocioso que la raza humana extreme controles para esas posibles rebeliones de los “androides”.  

La humanidad en su devenir constante ha tenido diferenciaciones sobre bases, algunas científicas y otras no, que versaban sobre razas, lenguas, nacionalidades, conformaciones físicas, culturas etc. y ahora lidia con la eventualidad de encontrar conflictos en alteridades originales como entre los humanos y las máquinas con cierto grado de autonomía y una forma novedosa de conciencia.  

La duda que durante siglos atormentó a gobernantes y pensadora sobre cómo reaccionar ante posibles encuentros con alienígenas, marcianos o habitantes de la Luna, regresa ahora transformada en la incertidumbre de manejar una relación con la máquina.  

¿Quiénes dependen de quiénes? ¿Con que valoración jurídica se sostiene esa relación? E incluso, tarea para nuevos profesionales de las ciencias sociales con prioridad filosófica, saber desde lo espiritual, ontológico, religioso e incluso de respeto por la otredad, en que modos transcurrirá la vinculación.  

Cuando la máquina, básicamente desde la IA incorpore valores y determinantes nuevos en lo laboral, en la salud, en la educación y estos cambios hagan mutar, sin duda, las conformaciones sociales vigentes ¿Cuál será la respuesta humana?  

El capitalismo que conocemos, en todas sus variantes tuvo datos distintos pero una cierta regularidad en su composición que dura desde sus comienzos hasta hoy. Básicamente dos: la acumulación original de capital con el desplazamiento de los entonces espacios sociales y su transformación en nuevos (los siervos y los nobles dejaron de ser tales) y la división entre quienes poseen los medios de producción y quienes se ubican en ellos como trabajadores. En los últimos tiempos, un poco adentro y un poco afuera se ubican nuevas categorías sociales que no responden a estas distinciones tradicionales como los subempleados, los desocupados durante más de 10 años, los beneficiarios de subsidios al desempleo que lo cobren durante años y los que integran, con todas sus variables la llamada economía popular.  

Todo esto, en una nueva interpretación del posible capitalismo de la IA, cambia o desaparece en sus versiones originales.  

De estimar que este nuevo modelo que registrará formas distintas de ordenamiento económico es factible, no está mal como desafío cultural para todos los países, y es propicio en nuestra Argentina, repensar las relaciones de producción, las mejores ocurrencias para la solidaridad y la justicia social y las inéditas formas que asumirían las representaciones políticas.  

En algún momento hablar de llegar a la luna era ciencia ficción.  

Todo puede ser ciencia ficción hasta que deja de serlo.  

Mejor, no llevarse sorpresas. 

El nuevo sapiens sapiens y sus actuales responsabilidades

Por Osvaldo Nemirovsci, exdiputado nacional. El autor explora las posibilidades que cuentan los Estados para afrontar los avances tecnológicos en la era moderna.

Tecnoceno: descripción de esta era en la que, mediante la puesta en marcha de tecnologías de alta complejidad y altísimo riesgo, dejamos huellas en el mundo que exponen no solo a las poblaciones de hoy, sino a las generaciones futuras, de nuestra especie y de otras especies, en los próximos milenios – Flavia Costa: Doctora en Ciencias Sociales por la UBA, en cuya Facultad de Ciencias Sociales se desempeña, desde 1995, como docente del Seminario de Informática y Sociedad. 

Tengamos en cuenta un dato histórico. Casi todos los avances en las tecnologías, comenzaron con augurios poco auspiciosos. El cine aterraba a los espectadores, la televisión aparecía como una novedad poco interesante y hasta el automóvil en sus albores despertaba sospechas que los asimilaban a monstruos mecánicos que tomaban las calles en detrimento de los pacíficos peatones. 

Y no incluimos anteriores desarrollos como el telégrafo sin hilo (cosa de brujos), los aviones, las transfusiones de sangre y podemos llegar hasta la imprenta donde no se entendía bien como en pocos minutos una hoja en blanco aparecía con signos de escritura. 

Dicho esto, aceptemos que lo que hoy aparece como novedad tecnológica, aunque no lo comprendamos mucho, merece respeto. Y genera responsabilidades. 

Ya la robótica está incorporada a prácticas productivas en muchos países y ya la comunicación cuántica encuentra un nicho de efectiva realidad en las computadoras cuánticas como la Jiuzhang 2.0 de China que puede resolver en una milésima de segundo operaciones que en computadoras tradicionales pueden tardar “30 billones de años”. El desarrollo de la informática cuántica se sostiene en cierta particularidad tecnológica que convierte al qubit (unidad básica de información) en depositario de calidades de ceros y unos a la vez. 

Entonces en este mundo del humano antropoceno (término ideado por el químico Paul Crutzen en 2000) que está definido por su incidencia sobre la Tierra y que afronta nuevas realidades que comprometen esfuerzos para lidiar con cambios climáticos, novedades en los suelos, superpoblaciones, requerimientos alimentarios, defensa de bosques y espacios nativos, contaminaciones, entre otras luchas presentes y venideras, aparece el “humano tecnoceno” traído como dato por nuestra compatriota Flavia Costa. El tecnoceno, que dicha autora presenta como “era del Tecnoceno” y acá damos personalidad al “humano tecnoceno” puede describirse a partir de como en esta era y con estos nuevos sapiens, se provocan evidentes huellas en el mundo en virtud de la presencia y efectiva ejecución de todas las nuevas tecnologías con gran complejidad. O sea, la importancia de lo que hoy se hace en función del riesgo que pueden ocasionar en un futuro. 

Por eso es vital insistir en acuerdos y marcos regulatorios convenidos entre los Estados y las empresas digitales, fundamentalmente las algorítmicas. Y se hace necesario legislar con creatividad en el espacio de un nuevo derecho que contenga un conjunto de principios y normas que regulen las nuevas relaciones humanas surgidas del carácter tecnoceno de la sociedad a la vez que los poderes públicos posean la fuerza coactiva para imponerlo. Y desde la idea de justicia y siguiendo a Rawls creemos que existen valoraciones novedosas para la razón, la equidad, la igualdad en cuanto a lo que a cada uno le corresponde o pertenece y en esa inteligencia debe haber una distribución equilibrada y justa del conocimiento y del uso en las nuevas tecnologías. La Teoría de la Justicia como Equidad no debe estar ausente a la hora de amoldar sus preceptos a los nuevos tiempos. 

La clave de esta interpretación es cuidar el planeta y su devenir, desde ahora, cuando utilizamos las nuevas tecnologías. 

Esa es tarea del humano tecnoceno, como fue del humano antropoceno, y poco hizo al respecto, evitar deforestaciones, desertificaciones, aumento del agujero de ozono, cuidados ambientales y otras tareas no asumidas con responsabilidad. 

Ya están presentes en nuestro mundo actual la robótica, domótica, OTT, lo cuántico, Blockchain, 5G, drones tanto autónomos como guiados, ACPC (conectividad permanente), impresión 3D para partes humanas, IA- Inteligencia Artificial y variables como Machine Learning (dentro de la IA es la variable mediante la cual los algoritmos aprenden de su propia estructura). 

Todas estas utilizaciones no solo afectan como en la era anterior valores físicos del planeta, sino que tienen incidencia en las propias características humanas. 

La IA en su desarrollo, las variables ciborg (combinan en el humano, elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos generalmente con la intención de mejorar las capacidades) y los llamados Chips Humanos (se insertan en el cuerpo y son muy pequeños, del tamaño de un grano de sal y desde hace bastante tiempo se usan para, mediante ultrasonidos, controlar procesos corporales…hoy es eso…mañana su uso puede ser otro, no tan noble y pacífico) son las variables de la modernidad tecnocena más imperiosas de contar con regulaciones que la controlen. 

Ya la Unesco impulsa una guía para “afrontar de manera responsable los efectos conocidos y desconocidos de la inteligencia artificial en los seres humanos, las sociedades y el medio ambiente y los ecosistemas”. Ese es el objetivo de la Recomendación sobre la Ética de la Inteligencia Artificial, una suerte de declaración universal para el uso de estos sistemas que adoptaron los 193 países de ese organismo. 

¿Cuánto falta para hackear un cerebro humano? se pregunta Yuval Harari el gran pensador contemporáneo. Su respuesta asusta: “Nada” y dice que “Para conseguir piratear a los seres humanos, hacen falta tres cosas: sólidos conocimientos de biología, muchos datos y una gran capacidad informática” 

Esas tres cosas, esas tres condiciones, ya están al alcance de muchos. 

Lo que hoy se toma a risa, mañana puede hacernos llorar

Por Osvaldo Nemirovsci. El exdiputado nacional advierte sobre las “corrientes reaccionarias” que recorren al mundo y que ahora pisan fuerte también en la Argentina.

Creo se confunden los que ven en Milei y Villarroel una expresión liberal. Para nada son solo defensores de una forma de entender la economía. 

Sus discursos y sus ideas, no son solo producto de inconformismos pasajeros o conflictos binarios como déficit fiscal vs gasto público, globalismo vs anti globalismo, OTAN o no OTAN, integraciones regionales o nacionalismo. Están mostrando un nuevo marco doctrinario que va más allá, tiene objetivos estratégicos de poder, persigue un nuevo orden jerarquizado y sostenido en principios, como dicen algunos de sus seguidores, de “potencial genético” (terrible frase usada por un orador en el último acto de Milei). 

Aparecen en todo el mundo y estos “libertarios” lo expresan en Argentina. Son parte de sitios que están desde hace algún tiempo y con notoria presencia desde hace quince años, una profusa legión de organizaciones, movimientos, partidos y estructuras políticas que se ubican en novedosos espacios a los cuales la politología busca la mejor forma de otorgarles su nombre bautismal, sin mucho palmar obtenido. Entonces los llaman “de derecha” cuando son algo más que eso. O “liberales” cuando esa parte es mínima en sus planteos. O “conservadores” cuando en verdad son anticonservadores y hoy se sublevan ante lo constituido. 

Ponen en su dinámica ofertas para gobernar sociedades, modelos institucionales con fuerte recorte al ejercicio democrático, planes económicos que harían palidecer a Carl Menger, Friedrich Hayek y Ludwig von Mises (padres de la muy liberal escuela austriaca) y no es de poca importancia que en muchos temas se ofrecen como garantes de aquello que las “izquierdas” y el “progresismo” olvidaron o perdieron en sus disminuidos caminos. 

Milei y la admiradora del VOX español Villarroel no son un gag gracioso de la política. Son la sección argentina del nuevo “huevo de la serpiente” que recorre el mundo en clave reaccionaria. 

El desafío es hacer coincidir con claves democráticas, cierto capitalismo social y distributivo y las innovaciones tecnológicas que van formando el nuevo modelo productivo, el nuevo capital digital, que a su vez genera nuevas dominaciones. 

Si lo hacemos en marcos de soberanía popular y ejercicio real de la democracia no dejamos en manos de los “bárbaros del siglo 21” (Neorreaccionarios, etnofascisas, populistas de derecha, tecnoautoritarios, nacional-populistas, globalistas extremos, antiglobalistas, extrema derecha 2.0, neofascistas, derecha radical, neoliberales duros, supremacistas blancos, nacionalistas católicos, nacionalistas judíos cosmopolitas, homonacionalistas, ecofascistas) la conducción y el poder sobre la evolución de la tecnología y evitaremos que crezcan en sus porciones de poder institucional. 

Lo que hoy tomas a risa, mañana puede hacerte llorar. 

La inteligencia también tiene su revolución

Por Osvaldo Nemirovsci. El exdiputado nacional advierte el problema de que Argentina queda rezagada en la revolución digital.

El desafío argentino inscripto en, y parte del desafío mundial, es avanzar en los temas que hacen al futuro, más allá de nuestra evaluación sobre los mismos y tomando en cuenta cierta inevitabilidad sobre la vigencia de esas cuestiones. 

En un mundo donde se impone el modelo de producción digital, seguir pensando en términos “fordistas” e incluso en la forma toyotista del “Justo a Tiempo” para asegurar fabricación de bienes y realización de servicios, es quedarse sin seguros de crecimiento nacional. Es importante ir construyendo, creando y consolidando infraestructura digital en toda la línea. Y esto refiere e incluye aspectos culturales, normativos y de accesibilidad a la mayor cantidad de personas. 

En este terreno al progreso de la inteligencia artificial con ingeniería argentina y conocimiento propio será fundamental. 

Y en este campo, no hay hoy mercado posible que lo garantice, sino que el Estado juega un rol clave para lograr estos cometidos. Pero con la capacidad de nuclear interés privado, capacidades académicas, estímulos educativos y desarrollo federal. 

Y un detalle de importancia en este rumbo es contar con un espacio nacional de telecomunicaciones moderno, fuerte, sostenible, federal y accesible donde el Estado asegure democratización en su uso y sea capaz de convocar a la inversión privada, con reglas claras de funcionamiento, para conformar la virtuosidad de una múltiple coalición que ateste los intereses de los pueblos usuarios, la lógica rentabilidad de los privados, las garantías normativas del uso, los avances académicos y de la ingeniería correspondiente, la distribución equitativa federal y los marcos soberanos de un país sobre su infraestructura de comunicaciones. 

Esta es la base para pensar la Argentina donde se naturalicen formas y modos del hoy y el mañana que hacen a la riqueza nacional y a la satisfacción y mejoramiento de calidad de vida de sus habitantes. 

Por supuesto, en virtud de comprensiones históricas y políticas no podemos dejar de entender que este quehacer de construcción tecnológica, social, política, económica y cultural debe armonizar sus rumbos con un pensamiento humanista que reclame para el ser humano y para los pueblos la primacía como sujetos básicos y más importantes de estas transformaciones. 

La concordia entre las tecnologías de punta y la justicia social es vital para una disposición cordial y exitosa de la modernización estructural de nuestras capacidades técnicas. 

La íntima y permanente relación entre las nuevas formas de la comunicación, sus tecnologías y sus investigaciones con la vigencia de la soberanía nacional sobre las mismas es otro valor necesario. 

La capacidad de desarrollo, con autonomía de presiones por intereses externos, solo se articula desde una real independencia económica que garantice rumbos propios en la mayoría de la trazabilidad de cada sector a impulsar. 

La digitalización en nuestro país, será justa, libre y soberana. Pero también inclusiva, federal y sostenible. Pero también popular. 

El futuro no se imagina, se construye. 

Ahí aparecen entre otros temas a vincular e interrelacionar: Inteligencia artificial – Domótica (es el sistema mediante el cual puede automatizarse una vivienda y une servicios de gestión energética, seguridad, bienestar y comunicación) – Ciborg o Cybergs ( Ente o, tal vez, sujeto y porque no “criatura” donde se combinan elementos orgánicos con módulos cibernéticos y que en virtud de esta “mezcla” se optimizan capacidades humanas por el uso de la tecnología) – Ciberseguridad – Realidad virtual y aumentada – La nube . IoT Internet de las cosas – Big Data – Comunicación cuántica y aunque colindante con estos temas no están fuera de nuestros intereses estratégicos también hay que trabajar sobre Cripto activos (que son las famosas monedas virtuales, la más conocida Bitcoin). Cambio climático y Sustentabilidad ambiental. 

Y la ligazón entre variables técnicas y consideraciones políticas obligaran a generar modelos de avance tecnológico que incorporen ontológicamente valores que hacen a dignidades, derechos y necesidades de los pueblos, como el respeto a los DDHH y las diversidades, la justa valoración de los salarios para las y los trabajadores del sector y el seguro de apropiación popular para cada nueva tecnología. 

No estamos planteando que Argentina se ubique en el liderazgo digital, pero sí que no pierda el ritmo internacional del mismo. Los rezagos en estos temas se pagan con mucho tiempo de desequilibrio entre países y a favor de quienes no demoran sus concreciones. 

La utopía de un país compartiendo vanguardias tecnológicas deja de ser una quimera a la luz de las decisiones políticas que se van tomando. La institucionalidad de un plan de desarrollo, la asignación de su presupuesto y la legislación atinente son inicios prometedores que ponen en marcha expectativas cumplibles. “Dadme una palanca y moveré el mundo” dijo Arquímedes y hoy se hace necesario crear esa palanca transformadora que, desde las nuevas formas productivas digitales, generen empleo, riqueza oriunda y regional, crecimiento, inclusión y distribución equilibrada de bienes y conocimiento. 

Las revoluciones siempre la han hecho los inteligentes. No los mejores formados o más aptos intelectualmente. Los inteligentes que supieron cuando era el momento que la historia les permitía entrar en el mundo de esa revolución. “El momento huidizo de la historia” al decir del politólogo italiano Emilio Gentile. 

Esa victoria de las y los inteligentes cabe tanto para los revolucionarios de la Francia de 1789, los bolcheviques de 1917, los fascistas de 1922 como para María Curie y Albert Sabin. Para Cristóbal Colon y José de San Martín y para los cabildantes de mayo de 1810. Los une la inteligencia de saber cuándo y cómo la revolución es posible. Sea esta política, emancipadora, exploradora o científica. O como la actual, tecnológica. 

Apelemos y acudamos a nuestra inteligencia para realizar esas tareas. 

Lo insensato como parte de una campaña electoral

Por Osvaldo Mario Nemirovsci. El exdiputado nacional carga duramente contra la ensayista Beatriz Sarlo por participar del último documento firmado contra el Gobierno.

Beatriz Sarlo no es lo mismo que otros firmantes. Es más. Por formación, capacidades y cierta experiencia militante, le cabe mayor responsabilidad por el documento sedicioso que firma. Sí, sedicioso. Y como es inteligente, en poco tiempo verá su error. Será tarde. 

Ese documento que en sus partes dice: 

“Si gana el FdT vaciará hasta la última gota de democracia”. 

Extraña forma de entender la democracia cuando se sabe que, si alguien gana elecciones realizadas en libertad y garantías suficientes de participación, ¡es porque lo votaron! 

Esta premisa encierra algo más grave y que se contornea en un pensamiento autoritario y casi subversivo para el orden legal, que es suponer que, si “no me votan a mí, la elección no sirve”. 

Sigue el documento con frases como: 

“La democracia argentina en la encrucijada: neogolpismo o progreso”. 

Otra vez aparece la autoevaluación de las calidades del voto. El que no vota lo que yo quiero está apoyando al “neogolpismo”. Falso dilema, imposible de darle certeza en un proceso electoral, que claramente es lo contrario del golpismo. La gente, los pueblos, votan y eligen. 

Y un tema que daría para el humor es que se asigne a Cambiemos alguna calidad de “progreso” ya que sus exponentes políticos, económicos y culturales han demostrado, largamente, ser lo contrario a lo que la idea de progreso representa. 

La palabra alucinación es sinónimo de fantasía, y solo ahí puede hallarse alguna posibilidad que adultos con cierto raciocinio (como Sarlo…¡que firmaste Sarlo!) puedan rubricar algo que expresa: 

“No el peligro de un golpe militar como los que conocimos en el pasado, sino otro mucho más sutil que se enmascara bajo la retórica del altruismo y la solidaridad”. 

O sea, una elección, si gana quien yo no quiero, provoca algo peor que un golpe militar, pues es “mucho más sutil” y entonces entendemos que esa sutileza le permitirá hacer cosas más horridas que las derivadas de un golpe militar. 

Y muestra, este párrafo un gran desprecio por las capacidades de los pueblos para saber que quieren, que les conviene y que eligen. Estos pueblos pueden ser fácilmente engañados con una simple “retórica” (arte de hablar o escribir de forma elegante y con corrección con el fin de deleitar, conmover o persuadir) que les haga creer que son “altruistas” y solidarios” quienes no lo serían. ¡Confieso que hace al menos 80 años no leo algo tan elitista sobre el tema! 

“Un trágico síntoma de la descomposición democrática que vivimos fueron las severas restricciones de las libertades fundamentales durante la cuarentena, picos de violencia estatal nunca vistos en democracia”. 

Supongamos que hay que criticar las medidas tomadas desde la aparición de la pandemia. Es válido hacer esa crítica e incluso puede dudarse de la efectividad de las mismas y considerar que su duración o formas no eran las correctas. Pero ¿Quién tenía la brújula y la sapiencia necesaria para enfrentar una epidemia desconocida en el mundo entero? Lo que hizo el gobierno respondió a una posibilidad de plantarse ante los contagios con cierta lógica de preservación de la vida y de sostenimiento en el tiempo de un sistema de salud, que muy deteriorado por la anterior administración, se veía dificultado de encarar el desafío de atender a miles de personas al mismo tiempo. 

Fue una decisión. ¿Puede discutirse? ¡Desde ya! Pero de ahí a hablar de “restricciones a las libertades” y sobre todo de “picos de violencia estatal” (¡!) hay un largo trecho que marca distancias entre la prudencia de una crítica y la excentricidad de una enajenada denuncia como la que hacen en el documento. 

Y para finalizar este convite de violencia, golpismo lingüístico e irresponsabilidad política, los firmantes (Sarlo entre ellos… ¡Que firmaste Sarlo!) dicen que: 

“Antes, los autoritarios se levantaban en armas y gobernaban con los fusiles. Eso ya no existe. Ahora llegan al gobierno con el voto popular”. 

¿Y cómo quieren que se llegue, si no es por el voto popular? Esta proposición esconde cierta reivindicación del “voto calificado”, dato desde ya preocupante en caso que quienes dicen esto, tengan el poder para impulsarlo. Hace 119 años que, con más y menos ya que las mujeres no votaban, existe el voto popular en nuestro país. No vayamos para atrás en eso. 

Pero mucho más grave es dar semejanza a que quienes se levantaban “en armas y gobernaban con los fusiles, con los que ahora ganan elecciones”. Sabemos que quienes hacían eso, mataron, desaparecieron opositores, robaron bebés, torturaron, encarcelaron sin juicio, destruyeron la esencia del país, entregaron su economía. Esta equiparación, ofende. Pero no a los peronistas. Ofende la memoria y la historia de todos los argentinos. Banaliza y minimiza lo hecho por la dictadura (¡que firmaste Sarlo!) y esconde detrás de cierta grandilocuencia en frases desafortunadas, la insolvencia política e intelectual para una crítica sensata. 

Un fallo que desconoce principios básicos jurisprudenciales

Por Osvaldo Nemirovsci. “La Justicia suspendió el DNU de las telecomunicaciones que dictó Alberto Fernández”. (Bueno, no es la “justicia” como concepto, es solo un tribunal en fallo dividido).

Un fallo de la Cámara Contencioso Administrativo Federal dice que la decisión del Estado de declarar “servicios públicos” a la telefonía celular, la fija, Internet y TV por vinculación física (cable) “modifica la ecuación jurídica y económica de las empresas” y en virtud de este concepto define que no puede aplicarse. Este DNU entre otras cosas aseguraba, en plena pandemia y uso intensivo de servicios de Internet y telefonía celular, el congelamiento de los precios y convertía los mismos en “tarifas” lugar en donde el Estado y la ciudadanía mediante audiencias públicas puede opinar sobre su composición.

Más allá de que el fallo desconoce principios básicos jurisprudenciales sobre lo que significa, en el derecho administrativo, el “servicio público” y niega explorar en las exquisitas razones que el gran jurista argentino y padre del Derecho Administrativo Miguel Santiago Marienhoff propone para entender el tema (su concepto de “criterio funcional” como contrapartida al de “criterio orgánico” con que Marienhoff caracteriza al servicio público pone, con simpleza y claridad, la razón del lado del DNU cuestionado). Lo aclaro sin tecnicismos ni palabras difíciles. Algunas teorías del derecho, como la francesa antiguamente, sostenían una mirada proclive al “criterio orgánico” para definir lo que es el servicio público, esto significa que toman en cuenta “quien presta o satisface el servicio” y solo lo considera como tal cuando lo lleva a cabo la Administración Pública que lo puede hacer directamente o mediante concesiones. Se opone a esto la concepción “funcional”, sustancial o material, que define al servicio público no en base a quien lo presta o realice sino en función de la necesidad que, por ese medio, la prestación, la actividad se satisfaga.

En Argentina, comparten con Marienhoff esta posición los grandes pensadores del Derecho Administrativo como Bielsa y Greca que amplían su mirada para coincidir con el jurista italiano Arnaldo de Valles en el creativo concepto de “servicios públicos impropios” para definir cuando lo prestan los particulares. Este principio, también se utiliza en España a partir de que lo toma el jurista Garrido Falla.

En el caso de de Valles una frase suya pone claridad cuando afirma que ” No es posible establecer cuál de los dos tipos sea el propio o el impropio (orgánico o funcional), esta determinación, más cuantitativa que cualitativa, depende más de criterios políticos que jurídicos”. Este pragmatismo en la juridicidad pone del lado de lo correcto lo actuado por el Estado argentino y convierte al fallo suspensorio en un “error académico” por parte de los jueces fundantes.

Pero como si no alcanzara con esto, debo decir que aún si tomaran la idea de que los servicios públicos son de carácter “orgánico” y solo se entienden como tal los prestados por la Administración Pública, debemos tener en cuenta que esta prestación puede ser efectuada en forma directa o por medio de concesionarios, como es el caso argentino pues no está de más recordar que todas las frecuencias que habitan el espectro radioeléctrico son dadas en explotación a terceros, sin otorgamiento de propiedad alguna. Poseen lo que puede denominarse un gerenciamiento privado de la posesión, no propiedad, de esas frecuencias licitadas.

Pero bueno, pretender que los jueces, con todo el trabajo que tienen, se dediquen a estudiar e investigar la genética de los derechos y como se aplican en ellos los conceptos de justicia, es pedir demasiado.

No quiero dejar de expresar que el DNU 690 en cuestión tiene en sus formas ciertos errores como no contemplar diversidades entre empresas prestadoras con posiciones dominantes y “anchas espaldas” y las Pymes del interior que en general son cooperativas o unifamiliares y al no tener estructura vertical en sus costos dependen de factores externos de mercado, que no son alcanzados por el DNU y por lo tanto complican el sostener tarifas congeladas, como así también la poco clara distinción dentro de la televisión paga entre la “vinculación física” que es el cable, la cual está alcanzada por el decreto y la satelital que queda exenta.

Como muchas cuestiones que hacen al Derecho Administrativo y al funcionamiento del Estado, coexisten en este DNU trazos ontológicos de gran positividad y beneficio para las poblaciones con deficiencias jurídicas y políticas en su presentación, que obviamente debieron haber sido contempladas en su manufactura para evitar choques judiciales como este, en donde se hace presente la vieja y popular frase “tiene razón, pero marche preso”.

Tiene razón el presidente AF con la intención y objetivos del DNU pero marchamos presos (es un simbolismo por el fallo adverso) por que no se contemplaron, desde el organismo encargado, todas las formas al presentarlo.

Osvaldo Nemirovsci es diputado nacional mc –PJ Río Negro

Presidente de la Comisión de Comunicaciones e Informática 2003/2007

Coordinador General del Sistema Argentino de Televisión Digital Abierta 2009/2015

Director de PIRCA – Observatorio Audiovisual

Las grandes plataformas digitales ahora dictan justicia (¡)

Por Osvaldo Nemirovsci. Hoy censuran a un líder violento y antidemocrático lo cual construye cierto aval social y una propensión a simpatizar con la medida. Pero mañana pueden hacerlo con líderes democráticos y pacíficos. La acción a medir es la de censurar.

La libertad de expresión es la posibilidad de decir, escribir, leer y publicar todo lo que quieras. Toda clase de ideas, opiniones y puntos de vista deben ser posibles de expresarse en público. La libertad de expresión es uno de los puntos básicos de los derechos humanos.

Se pueden tener las más calificadas aprensiones sobre Donald Trump. Y muy probablemente las peores consideraciones sobre su gobierno y su personalidad sean correctas. Es más, no estaría mal como enseñanza histórica para el futuro, que le inicien Juicio Político en virtud de la Enmienda 25 de su CN y lo remuevan del cargo. Algunos destacados miembros de la vida política, militar y social de EEUU creen, aunque solo falten 11 días para que deje su cargo, que es muy peligroso que posea el poder sobre el uso del arsenal nuclear del país y que todavía puede causar mucho daño a las instituciones formales del país.

Allá ellos, los dirigentes de ese país y su forma de resolver los conflictos derivados de la pugna política. En este caso fuertemente encuadrados en actitudes violentas, antidemocráticas, cuasi golpistas y mesiánicas de su propio presidente.

Todo esto lo colocamos en un lugar del análisis, pero en otro observamos con cierto escozor y considerando también como peligroso que empresas privadas, como las grandes plataformas digitales Twitter y Facebook, se auto adjudiquen calidades judiciales y bloqueen las cuentas de Trump impidiendo el acceso del presidente a sus redes, y por ende privando a millones de norteamericanos de conocer, mediante esos importantes y masivos instrumentos, lo que piensa su principal referente.

No es cierto, como algunos afirman que “a Trump lo dejaron sin voz”. Esto aplica a las redes, pero Trump puede hablar, escribir y grabar audios para miles de periódicos, canales de TV, radios, revistas, blogs e incluso otras formas audiovisuales (en caso que no lo censuren) como You Tube y Whatsapp. Pero lo cierto es que, en los espacios de distribución de información más importantes del mundo, y donde el mismo Trump construyó su vinculación directa con el electorado de su país, ha sido censurado.

Es lógico preguntarse ante esto si lo que están haciendo Face y Guasap los coloca ante su definitivo rol de medios de comunicación de nuevo tipo y los aleja del pretendido sentido neutro y meros intermediarios de contenidos. Acá, en este caso, parecen opinar sobre lo que postea Trump, es claro que se meten con los contenidos y es visible que eligen censurar. O sea que consideran a una opinión (tal vez crispante, bestial, violenta) pero opinión en si, como un delito. Pero, no son jueces para hacerlo y sientan un “extraordinariamente amenazador” precedente en el campo de las libertades públicas y los DDHH.

Si lo que Trump dice es opinión, es inviolable su derecho a expresarlo y si lo que dice es un delito, será la justicia, y no una empresa privada, la que debe decidir. Así de simple.

Se puede argumentar que la censura de Trump en las redes se inscribe en que no se está violando la libertad de expresión sino cierto matiz que acompaña la crítica con el hecho de impulsar acciones violentas o el aliento a generar violencia concreta y eso ya no está protegido por una libertad como la de expresión. Agregamos esto como para entender otra mirada sobre el tema.

La mayoría de los especialistas acuerda que la libertad de expresión no tiene límites: “Toda persona tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”.

Pero es cierto que esta libertad no ampara expresiones que inciten a la violencia, la discriminación o los asesinatos, ni puede usarse como forma de invadir la intimidad de las personas ni para difundir mentiras sobre alguien. Pero en verdad, si se hace esto se está cometiendo un delito y no representa el ejercicio del derecho y la libertad de expresarse.

La Corte Suprema norteamericana hace una sutil pero necesaria distinción en lo que llama “fighting words” (palabras de pelea) y sostiene el criterio que la libertad de expresión puede limitarse ante la incitación al odio y no en la mera manifestación de ideas u opiniones odiosas.

Existe cierta jurisprudencia constitucional, precisamente en EEUU, y que es tomada por cortes europeas e incluso ha sido fijada por el Tribunal Europeo de DDHH y se dio en llamar “el libre mercado de las ideas” siendo este espacio la garantía “imprescindible” para que pueda haber un debate amplio y completo.

Al respecto, hay una formalidad institucional que lo refiere y es un fallo del Tribunal europeo conocido como Sentencia 235/2007 “Caso Librería Europa” donde el tribunal mantiene que “nuestro ordenamiento constitucional no permite tipificar como delito la mera transmisión de ideas, ni siquiera en los casos en que se trate de ideas execrables por resultar contrarias a la dignidad humana”

Lo cierto es que puede haber interpretaciones diversas sobre lo que significa la libertad de expresión, pero nadie pone en duda que es uno de los derechos humanos más preciados.

Lo que intentamos poner en valor y sí debe preocupar es que tamaña dimensión legal sea manejada por empresas privadas ya que eso es riesgoso para los pactos democráticos de las sociedades. Más allá de Trump.

* Lic. Osvaldo Nemirovsci es diputado nacional (MC) – Rio Negro. Presidente de la Comisión de Comunicaciones e Informática 2003/2007 Coordinador Gral. del Sistema Argentino de Televisión Digital 2009/2015

Breve opinión sobre Guernica y Entre Ríos

Por Osvaldo Nemirovsci. El exdiputado nacional cuestiona los abiertos reparos por parte de integrantes de la coalición oficialista a decisiones políticas de gobierno.

Dijo Alberto Fernández y estimo satisfactoria esta argumentación.  

“Lo ocurrido ayer en Guernica fue producto del accionar policial dispuesto por la Justicia. Previo a ello hubo un enorme trabajo de reubicación de familias realizadas por el ministro Larroque. El gobernador Kicillof tuvo la prudencia de mantenerme informado. 

Los sucesos de Entre Ríos, originados en una disputa familiar, fueron también resultado del accionar policial dispuesto por la justicia local tras el fracaso de la conciliación entre las partes. También aquí el gobernador Bordet me mantuvo permanentemente informado. 

Obviamente, como presidente de la Nación, estoy atento a todo lo que ocurre en nuestro país. Pero como somos un Estado federal este tipo de conflicto son resueltos por los gobiernos provinciales.  

Dicho esto, ambos gobiernos debieron enfrentar situaciones críticas en donde se mezclaron necesidades humanas, disputas familiares y también intencionalidades políticas. A mi juicio, los conflictos se resolvieron respetando el juego de las instituciones que la República impone”. 

Y también en política siempre hay que ver a quienes perjudica o beneficia determinada situación. En ambos casos, Guernica y Entre Ríos, la ocupación de tierras (con justos motivos, sin justos motivos, por necesidad o por intereses y hasta asumiendo que todos los que estaban ahí tienen reales necesidades habitacionales) no beneficia al gobierno, crea una sensación de desborde legal y seamos objetivos, debilita simbólicamente al Gobierno nacional. Luego está el desalojo. Ordenado por una justicia (mala, pésima, buena) que es la que hay y la que impone los criterios de legalidad. Los gobiernos provinciales cumplen ese cometido intentando hacerlo de la mejor y más pacífica forma. Tal vez no salió 100% perfecto en ese aspecto y hubo corridas en Guernica con niñes y madres y hubo cierta violencia para responder a ocupantes que se negaban a abandonar el predio. Entendiendo todo y hasta aceptando que algunos compañeros valoren ” la justa respuesta de resistencia de quienes pelearon contra la policía” lo cierto es que esos episodios también ayudan a crear un clima contra el gobierno. Y no seamos ingenuos, hay quienes están en esa actitud. Dentro de las tomas, y fuera de ellas y en muchos medios. No seamos nosotros los que por “ideología” y satisfacernos con cierta fraseología infanto/revolucionaria, abonemos a esos sectores.  

Ahora bien, una vez terminado esto los peronistas y sobre todo aquellos en función de cierto liderazgo o responsabilidad política en conducir, desde un ministerio hasta la más chica UB virtual o real del país, no pueden comportarse como “pensadores independientes” y seguir arrojando nafta al fuego. Desde los que comparan – ¡sí los hubo y compañeros!, – a la Guernica conurbana con la Guernica vasca, cometiendo un desatinado juego de banalización y bastardeo histórico (en abril de 1937 la aviación nazi alemana con su Legión Cóndor, bombardeó durante horas la ciudad de Guernica en la España republicana causando casi 300 muertos y la destrucción de la ciudad), hasta los que se sienten “decepcionados” y “enojados” con el presidente Fernández y con Kicillof y no se cansan de hacerlo saber en redes y medios. ¿Enojados por qué? ¿Por cumplir un mandato judicial? Por poner orden en una situación política, ¿que se tornaba inmanejable? ¿Por acatar una decisión judicial?  

Y a no hacerse los distraídos ni repetir excusas históricas fallidas como la Teoría del Cerco, tan infantil y tan dolorosa para nuestras experiencias militantes de los años setenta. Nada de lo que se hizo esta fuera de la decisión del gobierno nacional, de Alberto Fernández, de Cristina, de Kicillof, del PJ Nacional, de los gobernadores y cuenta con el apoyo de organizaciones de DDHH, religiosas y sociales.  

Entonces si los compañeros quieren debatir otra cosa que lo digan. Y si quieren cuestionar a todos los mencionados, también pueden hacerlo. Bienvenido el debate. Pero tengamos en cuenta cuando y como se da. Nuestra Argentina y nuestra identidad política, no están en condiciones de tirar por la borda ni ayudar a la extenuación de esta experiencia, difícil y costosa, del gobierno peronista que tenemos.  

Mientras tanto las palabras del presidente ponen cierta claridad en el accionar institucional. 

“Quien quiera oír que oiga”. 

Un 17 de octubre con identidad revitalizada que homenajea el pasado desde un presente de compromiso y esfuerzo

Por Osvaldo Nemirovsci. El exdiputado nacional rionegrino analiza las repercusiones políticas que dejaron las movilizaciones del 17 de octubre.

Los peronistas encontramos en la espontaneidad de lo ocurrido este 17 de octubre del 2020, la mejor analogía con aquella misma fecha de 1945. Así como entonces los trabajadores no esperaron al día 18 en que estaba formalmente convocada la huelga general, y 24 horas antes en forma silvestre y no solemne salieron a las calles, ayer miles de argentinos eligieron distintas maneras de expresar sus pareceres. Todas las formas fueron impactantes, válidas, respetables. Que mejor manera de homenajear la fecha que coincidiendo, con las distancias del caso, en simbologías parecidas.  

Alenté el acto virtual. ¡Cómo no iba a hacerlo si hace 15 años vengo insistiendo en el uso político y movilizador de las nuevas tecnologías!  

Y como no iba a hacerlo si estaba de por medio el cuidado de la salud de los argentinos y esta alternativa “a distancia” resolvía el problema de evitar peligrosas cercanías de contagio.  

Desconozco como se organizó y que variables se tuvieron en cuenta en la elección de las plataformas para realizarlo. Tal vez, solo tal vez, habría que haber pensado en que usar Google y Amazon u otras similares no auguraba el control y dominio del escenario virtual. Existe algún problema, jurídico y político, con Google y no poseemos las capacidades técnicas necesarias para ejercer “soberanamente” el manejo de las plataformas algorítmicas. Sobre esta carencia, también hace 15 años que bregamos por la construcción nacional de conocimiento que nos permita no depender de la importación de tecnologías que llegan con códigos, software y sucesiones matemáticas que no están en nuestro alcance controlar.  

Pero bueno, de cualquier forma y en todos sus modos, este 17 de octubre fue magnífico. Fue un baño masivo y colectivo de identidad y de revitalización peronista. Tanto en lo virtual desde las redes ya sin acto común para todos, como en lo original y espontaneo de las caravanas, que con cuidado y respeto se hicieron en todo el país.  

Participé en la de Bariloche y vi por TV la de Caba. Las dos se unen en la emotividad que expresan, en la masividad y en la paz y calma con que se realizaron.  

En Bariloche, como en Roca, Viedma, Catriel, Choele y más localidades, salieron en caravanas (insisto: con cuidado, barbijos y ventanillas abiertas) miles de rionegrinos. Miles de peronistas que volvieron en muchos casos a verse las caras luego de siete meses de correcto aislamiento. Hubo en los cruces de miradas, en los ojos asomados por sobre el tapabocas, más de una lágrima que se abría paso mostrando la emoción del momento.  

Dedos en V, aplausos, banderas, bocinazos, saludos y gritos de reencuentro. En Bariloche fue impresionante como nuestras calles se vistieron de peronismo  

responsable y respetuoso. Ninguna agresión, ningún insulto. Muchos vecinos que no participaban, igual saludaban con amabilidad.  

El peronismo tiene esa creatividad histórica. Muestra su vitalidad cuando más se lo considera débil. Ayer lo hizo. Una vez más. No solo fue recordar nuestra magna fecha de nacimiento. No solo fue homenajear a aquellos participantes del octubre original como Perón, Evita y los trabajadores que ese día asomaban, con coraje y decisión, para escribir su propia historia. No fue solo un recuerdo. También, y muy importante, fue un presente. Fue apoyar al gobierno nacional. Fue darle musculatura política y social a este gobierno encabezado por Alberto y Cristina que hace lo imposible por resolver en nuestro país los dramas de la economía y del Covid.  

Fue mostrar, también y porque no, a esa parte de la sociedad que cada 15 días sale a la calle a insultar y tratar de desestabilizar a nuestro gobierno, que no somos actores de reparto, que nadie nos va a llevar puestos, que estamos para acompañar, junto a quienes gobiernan, la necesaria tarea de mejorar las condiciones de vida de los argentinos.  

Ayer salimos sin odios. Salimos con cierta alegría que no puede ser total porque estamos tristes en virtud de nuestros miles de compatriotas que han muerto por el virus. Porque todos tenemos algún amigo, compañero o vecino que se abate en estos dolores.  

Pero salimos a poner el corazón y la energía en superar instancias críticas y queremos hacerlo junto a quienes, hace apenas 10 meses el pueblo, con su voto que legitima y legaliza, les dio la tarea de conducir la Nación. Y no vamos a caer en descalificaciones ni broncas, aun contra aquellos que “nos piden que hagamos en diez meses y con pandemia, ¡lo que no supieron ni pudieron hacer en 4 años y sin pandemia!” 

En Rio Negro se vivió como un renacer peronista. Es una provincia donde no gobernamos. Dónde venimos, desde hace mucho, de fuertes derrotas electorales que expresan sin duda, derrotas más profundas como las de la representación social y el deterioro de liderazgos que no funcionan. Hechos estos que motivan un presente de gobierno provincial ajeno y merecedor de extensas y serias críticas.  

Este 17 de octubre fue autogestionado por los propios compañeres. Mas allá de convocatorias autorizadas y buenas como de espacios agrupacionales, juveniles y gremiales. La gente fue porque quiso ir. Porque necesitaban verse con otros peronistas y porqué sacaron de sus mochilas “aquel famoso bastón de mariscal del que hablaba el general”.  

Con estos nuevos mariscales, debemos construir en Rio Negro el peronismo que convoque, que crezca y que triunfe. Habrá 2023 si seguimos este buen camino. 

Un debate sobre el uso del espectro radioeléctrico

Por Osvaldo Nemirovsci. El exdiputado nacional advierte los peligros de dejar uno de los principales recursos estratégicos de la Nación en manos provinciales.

Una propuesta sobre el uso del espectro radioeléctrico puede ser el disparador para un debate rico en matices y que alumbre con mejores luces el mundo de las telecomunicaciones y el ejercicio de la soberanía infocomunicacional.

Hace pocos días, designaron a Alejandro Gigena, por el FdT, como director de Enacom. Su primera declaración en el flamante cargo fue, a mi juicio, escasamente feliz, dijo que “las frecuencias radioeléctricas deben ser de las provincias”.

Es una idea más interesante que original, ya hubo un intento desde la provincia de Rio Negro en el mismo sentido y un contundente fallo en contra de la Corte Suprema (Fallos: 327: 6011 – 23/12/2004) donde se afirma que es la competencia nacional la que regula las telecomunicaciones y recuerda que las facultades reservadas por las provincias y sus autonomía dentro del sistema federal, no obstante a que el Gobierno nacional legisle sobre aspectos internos de actividades provinciales susceptibles de menoscabar el comercio interjurisdiccional y exterior, y afirma que las frecuencias deben ser sometidas al control del Estado federal ya que es parte en los convenios internacionales suscriptos con la UIT-Unión Internacional de Telecomunicaciones. Y este fallo es acertado ya que una adjudicación de frecuencias en la que no intervenga la autoridad nacional puede provocar interferencias hacia y desde estaciones de radiodifusión de otros países.

Por otro lado, destaco que las frecuencias, según el propio Enacom, forman el “Espectro Radioeléctrico que es un recurso natural, de carácter limitado, que constituye un bien de dominio público, sobre el cual el Estado ejerce su soberanía”.

La UIT (Unión Internacional de Comunicaciones) a través del Sector de Radiocomunicaciones (UIT-R) y su órgano ejecutivo, la Oficina de Radiocomunicaciones (BR), es la única organización mundial responsable de la gestión del espectro de frecuencias radioeléctricas.

Las frecuencias no son “de nadie” ni del Estado nacional que solo las administra y mucho menos de los gerenciadores privados que pueden recibirla en uso y concesión como “posesionarios” y jamás como “propietarios”. Y, por ende, tampoco pueden ser de las provincias.

Pero el intento de sacarle una atribución administradora al estado nacional conlleva una determinada visión de cómo se constituye un “bien público” y no parecería correcto fragmentar una atribución clave y muy importante para el manejo de la soberanía infocomunicacional y el desarrollo de las telecomunicaciones en el país.

Debemos destacar que la ley 26.522, famosa Ley de Medios, a pesar del desmembramiento de que fue objeto por parte del gobierno macrista, en su mayoría en forma ilegal e irregular, inaugura un marco regulatorio para toda la actividad de medios de comunicación audiovisuales desde octubre de 2009. Más allá de la “degollina” legal que Cambiemos hizo de la ley 26.522 no se puede ignorar el espíritu del legislador al promover que “la Ley 26.522 crea un organismo específico, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual -AFSCA- y lo caracteriza desde el punto de vista de la organización administrativa para cumplir Artículo 7º: “[…] Corresponde al Poder Ejecutivo Nacional, a través de la autoridad de aplicación de la presente ley, la administración, asignación, control y cuanto concierna a la gestión de los segmentos del espectro radioeléctrico destinados al servicio de radiodifusión”.

Y es importante esta norma pues comprende actividades en que se involucran y mezclan derechos fundamentales como la libertad de expresión con intereses económicos, valores culturales y otros derechos sociales. Todos de gran trascendencia y que no siempre coinciden entre sí. Entonces vemos que ante el Art.32 de nuestra CN que reza “El Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta o establezcan sobre ella la jurisdicción federal”, la doctrina se pregunta si en virtud de tal parecer, puede la legislación nacional reglamentar otros aspectos de la libertad expresiva en tanto esta se manifieste por medios de comunicación diversos de la prensa escrita (que sería la “imprenta” del art.32) y la respuesta ha sido afirmativa y cae de maduro que cuando hablan de “medios de comunicación diversos a la prensa escrita” se refieren a aquellos que como la TV, la radio, TDA y otros requieren el uso de frecuencias radioeléctricas. No está demás mencionar otra expresión de nuestra Corte Suprema en el sentido de que “el derecho a la utilización del espectro de frecuencias radioeléctricas como medio de expresión o comunicación, debe ser ejercido conforme a las leyes que lo reglamentan y dentro de los límites que imponga la naturaleza reducida del medio utilizado, los derechos de terceros y el interés público”, con lo cual no hizo sino confirmar las atribuciones del Congreso Nacional para reglar el particular.

Nuestra Constitución avanza en varias de sus partes sobre este tema y marca con claridad las primacías que intentamos demostrar como válidas en el tema de pertenencia de las frecuencias. En su Art.75 inc 22 de la reforma de 1994 se establece en modo explicito que los tratados internacionales son superiores a las leyes nacionales y en ese sentido decimos que existen pactos y compromisos con la UIT y con Convenciones como la americana de DD.HH. y el Pacto de San José de Costa Rica que versan sobre comunicación y derechos y que fueron firmados por la autoridad nacional y en virtud de eso son inalienables como cesión a los estados provinciales.

Hay un fallo de la Corte donde el juez Fayt funda un voto que corresponde a un litigio en la interpretación del art 32 de la CN y fue bajo el imperio de la vieja ley de comunicaciones la 22285 y trataba sobre televisión. Lo original del argumento de Fayt es que incorpora, con visión estratégica lo que sería la tecnología varios años después.

Sintetizamos, con el mayor respeto por el jurista, su extensa fundamentación:

“Que la recepción de los medios audiovisuales de comunicación y su asimilación a la prensa no puede hacerse sin un examen de su naturaleza. Se trata para el Tribunal de un problema no previsto, diferente a la imprenta, con vertientes en lo científico, que se relaciona con los magnetoscopios, la electrónica y la telemática, que ha provocado, en las décadas finales del siglo XX, una real conmoción en las costumbres, formas de vida y necesidades de los individuos y de las familias”.

Todo esto es para apartar al art. 32 de la CN que habla sobre que el Congreso federal no dictará leyes que restrinjan la libertad de imprenta. Marca el nuevo estadio tecnológico como base para argumentar la lejanía con el sentido original de esa inhibición federal.

Agrega que los medios masivos, que son los que utilizan frecuencia y espectro, tienen particularidades científicas y técnicas originales que los convierten en objeto de regulaciones legislativas especiales ya que poseen incidencia sobre los comportamientos y conductas humanas. Deja en algún canasto de la historia a la imprenta y dice que “en la génesis de estos medios encuentra el mundo de la electricidad, del electromagnetismo de las ondas hertzianas y los detectores de ondas, los radioconductores y las antenas de emisión y recepción; el uso de la lámpara de los electrodos; la telegrafía sin hilos y la telefonía”. A esta acertada observación hoy se le puede agregar lo cuántico comunicacional, lo satelital, lo digital, la Inteligencia Artificial, la robótica y los Plataformas algorítmicas. Estas son, entre otras, las características que diferencian a los medios que usan espectro, de la prensa. En función de eso concluye que “a) el servicio de televisión está sujeto a jurisdicción nacional; b) el control del servicio de televisión es de competencia exclusiva del Poder Ejecutivo Nacional; e) el servicio de televisión deberá difundir la información y prestar la colaboración que le sea requerida para satisfacer las necesidades de la seguridad nacional.

Como vemos, hasta acá una fuerte jurisprudencia y razonabilidad doctrinaria muestra que la petición de desplazar la tutela federal, hacia las provincias, sobre el espectro radioeléctrico es muy débil en su pretensión.  

En verdad no vemos posibilidad alguna que los estados provinciales tengan la capacidad y la fuerza necesaria para lidiar dentro del mercado audiovisual y de telecomunicaciones ante potentes y temerarios protagonistas como son las empresas de medios y las compañías telefónicas.

Pondré un ejemplo que hace a viejas reivindicaciones de la radiodifusión comunitaria, cooperativa y privada sin fines de lucro.

Tratados internacionales recomiendan a los Estado que tomen recaudos para incluir a los sectores sin fines comerciales en los medios de comunicación. Una de las formas es darles frecuencias y que el espectro reserve una de sus partes para ese uso y en el art 2 de nuestra Ley de SCA en tal vez lo más original de todo su reglado, se dicta que “la explotación de los servicios de comunicación audiovisual podrá ser efectuada por prestadores de gestión estatal, privada con fines de lucro y de gestión privada sin fines de lucro”. Fue la famosa apertura del espectro que por primera vez en la historia permitía la presencia de entidades sociales en el mundo de la radiodifusión.

Si cada provincia define el uso de su espectro, algunas pueden tomar este modelo y otras no, con lo que para similares condiciones habría organizaciones que podrían y otras no estarían habilitadas a utilizar legalmente las frecuencias.

El espectro radioeléctrico es uno de los activos intangibles más importantes y defendidos en casa país. De su manejo adecuado y correcta gestión se desprenden valoraciones sobre la economía, el PBI, la conectividad, la accesibilidad para Personas con Discapacidad, los avances tecnológicos, el comercio interno e internacional, los valores bursátiles, la seguridad oficial, las emergentologías, el ocio, la información, la cultura, la educación, el transporte naviero y aéreo. Demasiadas cuestiones, demasiada importancia como para que cada provincia pueda manejarlas de acuerdo a su riqueza material, voluntad política o decisiones de mayorías coyunturales.

Ya vivimos algo parecido cuando se provincializó la educación, auto inhibiéndose la Nación, en virtud de una fuerte impronta liberal de esa etapa, de seguir construyendo un modelo nacional educativo. Los resultados no fueron buenos. No es parte de ningún imaginario nacional, y menos de aquellos que abrevamos en el peronismo, carecer de un Proyecto Nacional en educación, en salud y en telecomunicaciones. Dejar uno de los principales recursos estratégicos de la Nación en manos provinciales, más que ser un ejercicio de descentralización sería un acto de irresponsabilidad histórica.